lunes, 5 de agosto de 2013
miércoles, 3 de julio de 2013
El Kasseqa Uinipa ( Cacique Guanipa, Novela)
Autor: Oscar Matute
Ortiz
Ediciones: Scribd.
Escrito en las planicies de la Mesa
de Guanipa
San Jose De Guanipa, estado Anzoátegui
Se termino de escribir el 2 de Julio
del año 2013.
Es el homenaje a un cacique que vibro
en estas pampa que hoy en dia lleva su nombre.
Es un rescate a losos valores de los
aborígenes.
Es un valor de los estado Anzoátegui
y Monagas
Capítulo I.
El estertoreo silencio
de una sabana.
Allí tendida y abrazada por la solapa del cielo, allí
vigilada por miles de años, allí luminosa como un espejo. Allí recibiendo
lluvias y veranos sin clemencia. Allí esta aquel sabanal que ha despertado la curiosidad de los
vegetales y de los animales para trillar la panacea de los tiempos. Alli
germinando los aromas de las especies. Alli sonriendo con la silueta de los
cielos, alli la atmosfera dejada a la intemperie. Alli el cálculo abrumador de
los arboles, de la matas. Alli ciénagas y ríos recurrentes. Alli la lujuria de
las aves intoxicadas por las sabanas abiertas como la libertad. Sonoro
acantilados de aguas se fueron absorbiendo por los secuaces veranos que
petrificaban aquellos sabanales. Nostalgia en la noche, brega en la mañana.
Correteaba el conejo, el chiguire, el venado, la lapa, la araña mona, los
morrocoyes sabaneros, el galápago montes; la sabandija, la cascabel ponzoñosa
maraqueando su rabo para avisar su presencia venenosa y alertadora. Tentadora
maestría ofrecen los pajonales recién cubiertos de verdes corpiños. Chubascos
de aguas en invierno, sol displicente en
verano. Ocaso aletargado por los efluvios rayos solares cuando el vespertino día
va sembrado sus exequias allá en aquel acantilado cubierto de sombras siniestras.
Un mantuano día ha tenido la osadía de hacerte un engaño,
porque de nuevo vuelve el nuevo día y te va acorralando con los dias hasta que
tengas que finiquitar toda tu esperanza en aquella tierras que te
horizontalizan la mirada
Un cuervo tiende la mirada y con aquel movimiento sigiloso va
en búsqueda de una presa olfateada por
el impúber sentido de la nariz. Se arrima la iguana y trastoca cuanto árbol y
palo se le tranza en su caminar. Va naciendo la vegetación que estaba
achicopala por las centurias de años, cuando el indómito creador puso su mirada
en la tierra árida y dijo: “Ha de producir cuanto se quiera”. He alli que
comenzaron a formalizarse las especie animales sin antes que el agua corriera
por aquellos sabanales. Había habido una mutación, la tierra se habia vuelto un
engranaje de cambios. Alli hubo grandes dinosaurios que la misma naturaleza
había producido, en miles de años
vivieron en este apartado terrenal, sin embargo, la mutación de la naturaleza
conjuntamente con el agua hicieron una sorpresa en la misma naturaleza: hubo
movimiento telúrico para acomodar ciertas placas tectónicas, enterrando de
alguna manera aquellos grandes dinosaurios que pesaban hasta 80 toneladas.
Miles de años envolvieron aquella agrestes tierras que todavia no eran
sabanales y mucho menos mesas como las
que se ven en la actualidad. El tiempo va definiendo la evolución de las cosas.
Las va madurando si es que las cosas van madurando. La naturaleza da sorpresas.
Las sorpresas son para la inteligencia, para el hombre, porque para los demás
seres, no hay sorpresa. Es una situacion intangible de conocimiento. Solo el
conocimiento lo tiene el hombre. Y el hombre ha mesurado las cosas desde el
conocimiento. Por eso, esta área entro en las pisadas de los humanos cuando
estos, antes de Jesucristo, habian entrado por la zona de Orinoco, comenzaron a
hacer su desplazamiento lento por el ala izquierda del Orinoco.
Un Grito en el
Silencio.
Quien se atreve a
dar un salto cuando el espacio sideral mofetea
las explanadas llanuras, cuando el grito se trivializa, cuando los aires
se envuelven en soplidos indetenibles, cuando el sol se dispara como una saeta.
Cuando la peluda sabana esta desierta, cuando los aguijones del aguas se
resbalan por los lodazales, cuando el púdico espacio admite la luz de las
tinieblas. Cuando comienzan las hiervas, las plantas, los arboles, pero que en
su mayor parte se ve como una ninfa desnuda, o como un desierto sin atributos o
algunos arbustos se comienzan a tejer en aquel espacio sin fundamento. Es el
lampiño escenario que se va levantando ante la mirada truculenta de los
animales. Ciertos bosques, ciertas matas se van acrisolando, pero alli no esta
el homo erectus. Se van camuflando ciertas hierbas que parecen pajonales, pero
es la gramínea que teje los suelos, por donde correrán las serpientes, los mato
de agua, las iguanas con ligerezas carreras inesperadas, las arácnidos, los
morrocoyes, las lagartijas, los ratones, las arañas monas, la danta, el
chiguire, el acure, el venado, la raboamarillo,
la coral. La tierra los creo por el eminente rayo del creador. Alli
arrecian las aguas y depositan agua en aquellos tremedales terrenos que se
hicieron, lagunas, lagunitas, quebradas, acantilados, riachuelos, ríos y
lagunas naturales. Es plana desde Úrica, Plana desde Monagas, plana desde Chamarriapa,
plana desde el Orocopiche y se adentra por el oeste con las tierras de Pariagua,
hace un círculo y se entromete en las pléyades tierras de la asolada presencia del báquiro y el
conejo hasta llegar a la ufanadas tierras del Orinoco. Todo se vuelve como un
morichal. Ante esto no escapa el grito del arrendajo, el grito de la
Guacharaca, el grito de la lechuza, del búho y de miles de pájaros que
revolotean aquel sabanal como un
desierto de El Sahara. Nada es igualable a aquel sendero que luce tranquilo
para adentrarse en él, como lo hizo
Alejandro Humboldt. Quien podía habitar ese escenario cuando es el silencio que
reina, quien lo podía habitar si solamente los animales pueden gritar en aquel
matorral solitario, quien puede habitar cuando el suelo es un corredizo de
animales salvajes. No hay obstáculos que los detengas, ni frontales que lo
paren. Es abierto para los aires, abierto para los animales, abierto para los
pájaros voladores, se equipara como un cielo abierto y una nube que se eriza en
el silencio del alba. Estas cosas están pasando, y todavía no se acerca el
hechizo de la vivencia del antropos. Faltan miles de años para que lleguen y se
haga un habitad de vivencia humana. Mientras se tuercen los arboles con la
vejez, los animales van muriendo por temporada, alli esta aquella área con una
esperanza abierta y sin contenido humano. El tiempo se va desplazando poco a
poco y la tierra va tomando rutas y oleajes de vivencia que solamente las
especie animal y vegetal van haciendo una vivencia cotidiana. No se apaga la
luz del sol y las lluvias no cesan de
bajar. Alli esta la rutina del invierno, la rutina del verano. Son momentos
colosales que la misma naturaleza alternó para que los seres vivientes de aquel
lodazal sereno viviera con sus púdicos animales y tambien vegetales. A ellos no
le faltaba lo necesario, viniera el verano, viniera el invierno alli estaban
disfrutando de una gran gastronomía. Un regalo sin trabajo, apenas sentir el instinto
natural de la alimentacion, alli se encontraban sabaneando la comida. No habia hambre, no
habia necesidad entre ellos. Vivian la felicidad del escenario y de la
naturaleza. Vivian una mustia convivencia hilvanada por los copiosos inviernos,
pero tambien la solariegas tempestades del sol. El sol trillaba cada espacio,
cada metros, cada Leguía, cada distancia, cada palmo que se daba en aquella
serena tierra de los olios vernáculos que se habian sembrados por millones de
años. No mermaba su resplandor, aunque la invernadera situacion le apocaba sus
sombríos rayos que se deslizaban más allá de la capa de ozonos. Alli estaba
sobre aquella rotación diurna que hacía en aquellos sabanales llenos de manteco, llenos
de cereipos, cujíes y enanas plantas que se han dado desde su génesis. Alli en
ese silencio del tiempo y contemplando aquellas espesuras, era como se
jineteaba por los años y los siglos. En indetenible ciclo de ida y vuelta, ha
permutado toda la existencia de aquellos
callados arboles y matas que se han ido adaptando a su semejante candidez. Alli callado, pero
recibiendo maldiciones de los erguidos animales y de las turbulentas matas,
este se hacía de caprichoso, para siempre castigarlas, apenas las noches podían
calmar los gritos de aquellos silencios. La noche de algunas manera refrescaba
el ambiente , y asi aquellos seres vivos
podían tener un descanso, quien mandaría a los arboles y a las matas a estar de pie, sin surtir ningún
movimiento, apenas las ventoleras erguidas por los sueños del Mar podían moverlas de a poco y no siempre, si no cuando le diera
la gana- El soplido rugía y allá en aquello ventanales escenarios se conjugaban con gruesos latidos y
ruidos: ------Saasssssssooooosoooooosaaaaaaaaaaaaaaas, Sooosososoooooo,
suuuuuuuuuuuuuuussssssss.___ No admitían tertulias solariegas, ellos se
disparaban y conmovían aquellos sumisos arboles y matas que el Creador asi las
quiso. Venían y salían y de repente formaban arremolinados movimientos que
causaban pavor y confusión en aquellos irracionales seres. Lo trágico no era
esperado, pero la presencia de arreboles rayos solares que caían en la exequias
del alba, abrían un paisaje que se consternaba ante la presencia de una lluvia
ligera cayendo en aquellos sabanales, impíreos ... No es mas que el jeribeque
de una luminaria que ofrece descanso en aquellos palmares, y a veces en
las lampiñas tierras surcadas por
cereipos, mereyes, cartanales, guaritotos, palmas, cocos, pajas sabaneras,
sebucanes, pitahayas, cardones tunas, mayas, mastrantos, cedros, gramíneas,
carrizo y a veces intrincados bosques,
enlazados por bejucos sabaneros, ellos van madurando con los dias y van
haciendo gala de sus torceduras hasta convertirse en amarraderas de otras matas
, otros árboles, y alli cuando el tiempo de los años va llegando a su muerte,
mueren atenazados por el tiempo. La naturaleza no perdona y ella trabaja de
segundo a segundo y no pierde la temporalidad. Es una fuerza motriz que va recorriendo aquellas inhóspitas
sabanas. Cada árbol, cada ser viviente, esta bajo su égida, nada se pierde,
todo se transforma y se va agobiando la soledad, porque ya la soledad que se
había perpetuado por miles de años esta
llegando a su final.
El viento que paso y
nunca regreso.
He Alli aquella llanura asediada por muchos
años, permite que la sabana sea resoplada por muchos vientos huracanados.
Viento que son aligerados por remolinos, por la
circulación local: El sol irradia aquel sabanal con una gran
cantidad de energía, provocando que se caliente la superficie de la mesa. Sin embargo, los diferentes materiales
que componen la superficie no absorben esta energía igual; en particular, el
agua absorbe y liberan el calor a diferentes velocidades. Este
calentamiento desigual produce zonas de alta y baja presión, lo cual provoca
los movimientos del aire.
En
el día el sol va calentando aquella
tierra que se fragua entre arenales y lampiñas matas, y como tiene atajos que no la detenga, se
expande como polvareda en sabanas abiertas que es la misma mesa. Nada detiene
que se cuele entre ramales, nada detiene que usurpe aquel liso terreno, nada
detiene que se filtre y tenga dirección abiertas hasta chocar contra aquellas
montañas que se elevan más allá del
bravío Orinoco. Ya no vuelve a pasar, porque vienen muchos que han tenido su
formación alli en el Mar Caribe, pero tambien aquellos que se han formado a lo
largo y ancho de aquella Mesa que no tiene finito. El destello del espejismo
cuando son las doce del mediodía hasta las cinco de la tarde hace que comiencen unas ráfagas de viento en aquel
plazelotado ambiente. Se forman en el norte, se forman en la mitad, se forman
en aquellas anchas espesuras donde el horizonte del cielo pega contra el
horizonte del suelo y alli, se va
colando por entre cereipos, mereyes, caros, pajizales, sombrillas de matas y
tortuosos y malcriados palos que han nacido solo para la aventura del gavilán,
del zamuro y algunos pericos que hacen flotante
círculos en el aire y luego con el silbido
y el grito de sus bocas van truncando el
silencio con : ----cpripripripripara, curiecuerrie, ---- se van extendiendo y
se van rumbo a alguna “mata” mas boscosa donde tienen algunas crías. El aire
esta alli y no ha fallado, pero cuando se forjan las borrascosa fuerzas de
éste, comienza la ecológica vegetación a tener ruidos desesperados que el mismo
viento les ha provocado. Grandes árboles van cayendo ante aquel abolengo
trajinar de aquellos aires súbitos que se van desplazando como la velocidad de
la luz, como un flash. No ha pasado el viento y tiene millones de años haciendo
de la suya en aquel palaciego terreno de las mil aventuras tanto para la
especie animal como la especie vegetal. Los resquicios minerales no son capaces
de sentir, ni de decir algo como lo puede decir la flora y la fauna. El viento
sopla y va pasando y no se devuelve. Cuando es tiempo de verano se acelera mas
y va bullendo entre aquellos mogotes que se encuentran escasos, a pesar de que
la candela ha hecho buenos propósitos de enmendar y acabar con cantidades de
hierbas que estaban anidadas sobre la superficie de aquel sabanal. Hay una chispa, y la chispa va
encendiendo los sabanales, y cuando aquella superficie esta llena de la paja
natural que solamente alli se forma, se evidencia una constelación de candela envuelta
en humo negro sobre aquella vetusta pradera que no deja resquicio para nada. El
viento sopla y esta se anima para ir rutilando toda la sabana. Chispa fuerte y
grotesca se oyen cuando arremeten contra un árbol que tiene una gigastesta espesura, y si lo encuentra tendido
sobre el suelo y seco más gracias le
hace porque alli no le cuesta nada la destrucción. Galopan por aquellos lares
toda especie de batracio arrinconados para la candela y el humo. Sin embargo ya
tienen sus trochas y sus caminos y por alli se escapan hasta encontrar otros
refugios donde la suerte le sea más segura. Sin embargo, el viento entra en una
loan agitada por el terraplén de aquellos trenos que solamente están para
agigantar sus yelmos de entonada rachas que se van fraguando cada día. Ellos no
se detienen por nada y alli van, sea invierno, sea verano, ellos están alli
haciendo sus trabajo. Trabajo para oxigenar la tierra, pero tambien para
trasquilar cualquier especie que no aguante su soplido. Por eso aquí mesa se
presenta como atrincherada por aquel majestuoso y fulgido viento que se ha
eternizado desde que las tierras se hicieron animales y arboles, Y asi va
pasando y asi va en un contubernio nunca por acabar. Cuando hay un silencio por
parte de la vegetación y la especie viviente, se ofrece como una citara
abriendo espacio y cantándole a la naturaleza con aquellos resoplidos que
forman una antorcha de triunfo sobre aquellos sabanales. Ya hay un tañido de
estruendo y solo los oídos de aquellos vivientes y nerviosos por el estruendoso
jadeo de aquella ventolina, pero que va
apaciguando las temperaturas que están tan calientes como el helio del
sol. Se mueve el día y va cayendo la noche, y todo aquel espacio se hace una
negra espesura que a pesar de estar pasando por un tiempo de oscuridad, alli
esta la ventolera imparable. Nadie detiene estos huracanes que forma un
vendaval tanto diurno como nocturno. La sabana esta alli y no tienen
escapatoria. El crepúsculo de la tarde ya se acabo, y ellos siguen su camino,
pero un camino para no regresar. Han abanicado la sabana los pajonales de
aquellas estepas y solamente queda refrescada y suavizada por sus trémulas alas
que fueron dando aleteos sobre cada especie, sobre cada matorral, sobre cada
pajonal que se había formalizado alli.
La candela y El
Fuego.
Alli
va torcido el tiempo con el lugar. Se apertrecha con muchos elementos en
aquellos sabanales. Quien puede hablar de ellos, quien puede hablar de la candela
y el fuego, pero se siente, lo siente el cuerpo, lo siente la sensibilidad de
aquellos tactos que son animalescos, pero que son somas que tienen célula del
sentir y de la hiperestesia. He alli los
arboles que tambien tienen tacto pero no hablan pero sienten la tea de aquellos camellones que se
van rutilando como lo que es, el fuego, que los hacer gritar alli en su
hiperestesia sin gritos de una garganta que no puede emitir sonidos. Es lumbre,
es fuego que se vaticina cuando salta una chispa en aquello pajonales secos,
cuando se apresta para derrochar sus ansias de calor, cuando hay una sabana
abierta para incubar uno de los cuatro elemento de los griegos, para abanicar
una destrucción, donde caen animales, bosques, sabanas, “matas”, sabanales. Es aquel relieve que se formo para que otras especies
vivieran sobre su faz, sobre su peregrino silencio de años sin términos, donde
la biogénesis tuvo su esplendor, donde los animales pudieron cercar espacio, y
donde los espacios se hicieron animales y faunas vivientes. Pero alli se cuece
el incendio de los fogositos. Los incendios de las matas, de los arboles, de
las gramíneas extendida en aquellos sabanales. El invierno detiene la chispa
que se pronuncia de palo a palo, a través de su frotamientos de palos a palos
cuando estos están entramados el uno con el otro, alli se produce una chispa ,
y basta para que impulse la combustión y comience la llama que se va
perpetuando mientras exista elementos de combustión. El olor a palo quemado y
la extensiva humareda se va soltando y abarcando grandes extensiones de
tierras. Sufre el mato de agua, sufren las serpientes, sufren los rabipelados,
sufren los mosquitos atrincherados en aquellos bosques, sufren las iguanas
sueltas en aquellos vendavales de montes torcido y aguijoneados por las llamas
estridentes que van quemando y rematando los sabanales de palos y solitarias
matas como el cereipo, el merey, el cují yaqué, el cují negro, el guatacaro, el
roble, el caro, la paja sabanera, la verdolaga, la brusca y el arestín
sabanero. Fuego lento, fuego alborotado de vez en cuando, pero alli va la
candela. Una candela que no le importa abrir fuego desde el este, desde el
centro, desde el oeste o desde el este. Alli donde haya la chispa, alli se
suelta el carburante episodio de un elemento natural que abre las fase del
alquitrán, mueve una sustancia negra y bruta que con el tiempo será el emporio
de aquella tierra. Candela y alquitrán se están moviendo silenciosamente, ellas
se abrazan y se da una tierna repuesta,
la repuesta del mañana. Placentera se
ve la candela bajo aquel solaz momento. Motivos especiales hay, y la candela se
apaga cuando llega el clamado invierno por aquellas arrebolas matas y hierbas
que a través de la fotosíntesis entran en un suspiro de atracción para
perpetuar su especie a lo largo y ancho de aquella Mesa que se ebúrnea en el
horizonte tranzado por cuantos obstáculos se le pueda presentar en su recorrido
fantástico. Pero alli esta y nadie la mueve, se podrá mover los arboles, se
podrán mover los animales, pero ella esta alli recibiendo la candela,
recibiendo el agua, recibiendo el aire, porque la tierra esta alli clavada y
por miles de años. Apenas un terremoto pude mover muchas toneladas de tiras y
hacer aquella llanura y sabanal distinto. Se aprestaron muchos momentos en lo
cual esto sucedió, pero como no es episodio de todos los dias alli permanece
recibiendo la candela que se esgrime todos los años, en un periodo de 6 meses.
Se hace fuerte en los meses de febrero, marzo, y comienzos de abril. Ya cuando
retoza el invierno se abre el pétalo del verano y comienza la tierra a ponerse
seria ante aquel mejido calentamiento de la sabana, el sol arrecia sus rayos
solares y la sabana se pone impoluta ante aquel majadme de fogones que se
extiende a lo largo y ancho de aquel sendero que de noche se tornan como
lumbrera resonado con sus luz los encandilados pájaros que revolotean sobre
aquel cercenado territorio que se ha convertido en un fogón de cientos de
kilómetros. Se va apagando y queda el cenicero que logra germinar la tierra
cuando se acercan los vetustos inviernos que se hacen colosales sobre aquellas
tierras cuando empiezan los chubascos virginales, haciendo de la tierra un
semillero de hierbas que se van levantando poco a poco en aquellos
sabanales. Estaba alli la semilla que no
habia muerto por el fogoneo de la candela, sin embargo, los ruines animales que
habian recibido su atormentado fuego habian permanecido en bosques y riachuelos
y siempre se habian inclinado a vivir en aquellas fortaleza que le servían de
refugios y un poco de libertad. Parece ser que la naturaleza es una dialéctica
y necesita los cuatro elementos para poderla equilibrar. Y es asi como esta
Meseta se sostiene en el capricho de quien pudo crearla y alimentarla con el
devaneo del tiempo. Candela Arriba, candela abajo, alli en ese escenario la
candela va. Candela para la tierra, candela para la vegetación candela para los
animales, sin candela, la tierra no es tierra, y asi la mesa de Guanipa se
equilibra entre candela.
Terremotos alli en
el silencio del Antropos.
Alli
estaba aquel sabanal que habia sido creado por las oblicuas ondas de los
movimientos telúricos. No hay nada extraño a aquel nacimiento que habia
producido la tierra en millones de años. La meseta no era un hueco de la
tierra. Es un espacio extensivo sobre el planeta. Nacio de los movimientos
cósmicos que ha tenido el espacio sideral en millones de años. No hay sido un
letargo detenido, ni indeterminado. La proeza de los movimientos siempre ha
sido en la temporada de lo eterno. Todo el espacio cósmico ha sido movimiento,
y nadie detiene los movimientos excepto Dios, pero como Dios es movimiento, no
hay treguas para ellos, porque el mismo Dios los pone en dinámica. He alli el
dilema de aquel sabanal. Sabanal que se
fue confluyendo con los cuatro elementos de los cuales nos hablan los griegos:
tierra, agua, fuego y aire. Cada uno tiene sus propiedades, y sus
composiciones, y sus composiciones son químicas. No hay vuelta atrás. No se
discute, pero si se proyectan en aquel abismo sideral de planeta a planeta. ¿Que
paso en aquel ambiente de la tierra? La tierra busca la forma cada día de
acoplarse en sus placas tectónicas, es un movimiento que surte un efecto estruendoso en algunas áreas de la tierra, y en su
movimiento procesa grandes explosiones para acomodarse bien. Se van ajustando,
se van equilibrando, pero como la quietud no es determinante, en determinados
periodos puede surgir un movimiento telúrico y esto brota hacia la superficie
en algunas áreas de la tierra, hay toda una sincronización. Nada se da aislado,
todo tiene una sincronía cosmológica, que afecta las plantas, los seres vivientes, pero tambien
afecta el agua, el aire, y la misma sincronización espacial. Todo se alza o
todo se baja, pero he alli los equilibrios que se tornan para ir
cabalgando sobre aquellos brutales
misterios que solamente las soledades infinitas tercian abismos que no caben en
la ¨´cognocidad´¨ del pensamiento humano, pero que alli esta¨ la chispa de la
inteligencia de Dios.” Abrupta es la naturaleza, que ciclonea toda la
ambientalidad de la tierra. No se
detiene y juega con ella, canta el murmullo, mueve lo inhóspito, da largas como
la culebra de agua, pero tambien recoge como esa misma culebra. Cierra ciclos,
pero tambien engrana ciclos y asi va por aquel laberinto sideral haciendo de la
suya. No se detiene en aquel silencio del infinito, y por ser infinito es que
va fluyendo con su movimiento habido, porque todo para ella es como un colador
que no tiene parangón. No se anida, no se acucurra. No tiene miedo, no es
sensible, no piensa, no abre espacios, no silabea, no permita la detención, no
agradece, se va y viene y hace sus ciclos y vuelve de nuevo. Sufren son
aquellos seres vivientes que la misma naturaleza los ha otorgado en aquel silencio abismal.
He
alli mas de miles de terremotos habidos en aquel lodazal de lo que con el
tiempo se llamaria la Mesa de Guanipa. Se repite, se espera, con la esperanza
del antropos, flamea una idea, y es la idea de la repetición. Se repite en lo
eterno de lo sideral, pero se repite en el pensamiento de los humanos. Por eso
en la mesa de Guanipa, solamente los animales y las plantas lo podían sentir,
pero, ¿quienes son la fauna, los animales para dar razones de ello? Tuvo que el
antropo vegetar sobre aquellos lares y asi permutar todos aquellos
acontecimientos que se repiten. Con el humano ya hay algunas señales. Van
elaborando estaciones, va chiflando puntos de referencias. Se fijan en la luna,
se fijan en el sol, se fijan en los movimientos de los animales. Dirían”
Señales en el cielo y ruina en la tierra”. Para la sabana de Guanipa no hay
conocimiento. Solo el mono que va trasladándose de un sitio a otro, puede garabatear
algunos contenidos. O algunas sensibilidades sobre los terremotos, ellos son
casi parecido a los antropos. No se niega, tienen un acercamiento por su
sensibilidad y porque tienen algo de inteligencia. Tienen una inteligencia
emocional muy elevada, y ellos sienten el bravío movimiento de la tierra cuando
no se han precipitado en el mismo sitio. Buscan guarecerse en livianos bosques,
cuando los tinglados movimientos
telúricos son de alta intensidad. Novatos no son cuando hay estas
precipitaciones de circunstancias sobre la faz de la tierra. Por eso, cuando, en el periodo de formación de estas lodazales
sabanas los monos y los araguatos comenzaron a bricontear cuanto palo habia en aquella planicie, con
sus lejanos mogotes y bosques que se aliviaban alrededor de algunos ríos,
quebradas como las muchas que se surcan en aquel escenario guanipense. No se diga de
los venados, no se diga de los acures, no se diga de los batracios que se arrastran por aquellos médanos y parajes solitarios
que erguidos en aquellos impávidos bosques
solitarios, se hacen como nubes borrosas en las pupilas de los ojos.
A
lo largo del tiempo sin cronología humana, en aquel mejido terreno se sintieron
más de un movimiento telúrico. En el año 200 despues de Jesucristo se sintió
una estampida brusca en aquellos sabanales que abrió pedazos de planicies borqueteando
la tierra y los ríos que se
habian formalizado en aquellas espesuras. Este movimiento habia roto los cauces
de los ríos y habia colocados diques que despues con el correr de la aguas simpertinas, abrieron nuevos rumbos, nuevo canales de agua
que surcaban aquella bravia tierra de la “otroridad”. No resultaba grata esta
operación de la naturaleza, porque se iba rompiendo ciertos equilibrios que se
habian prefigurado en ciertos momentos de dicha temporalidad, pero el
movimiento es el movimiento y no tiene que caerse en
ostracismos. Alli se salpicaba la falange rutinaria de estas operaciones
telúricas que se purgaban en cualquier momento. Luego con el tiempo en el año
400 despues de Jesucristo se volvió a repetir esta granujosa operación,
provocando en los seres vivientes un gimoteo que alcanzaba los espacios siderales, que casi era
una comparsa indetenible de laberintos, gritos y lloros secuaces en
aquella empinada sabana vuelta en un
cerco de cicatrices. El lamento era horrible tanto para las plantas, las
hierbas, los arboles y no se diga de los animales batracios que se
arremolinaban en carreras gigantes buscando una salvación para no que quedar aplastados por aquellos
ensamblajes de tierras que habían dado una voltereta en sí misma. Todo se
volvió una trinchera de tierra dolida por aquellos aguijones nefastos que se
habian atenazado en aquella tierra donde la soledad de los animales y de las
plantas habian dado un pequeño equilibrio. Sin embargo, se tenía que esperar en
su oportunidad otras aguijonadas pulsadas
de moratorias envenenadas por las razias de la naturaleza. El tiempo lo
diría y los movimientos están en su fluidez. Nada la detiene, sus ciclos se irán cumpliendo, y las
secuelas se irán orbitando en todo aquel sendero que amanece y anochece. Tapias
surgen y motivaciones diferente en cada ciclo, parece como la maldición de
Sísifo, que cuando esta por alzarse mas allá del equilibrio se presenta otro
nuevo estallido que hace rugir las entrañas de aquella tierra y precipita otros
nuevos aguijones en aquella lisa y horizontal planicies. El ojo del Águila, del
zamuro, del gavilán se tornean risperos
al ver en aquel sabanal muchas especies muertas por el vendaval del terremoto,
además de las moscas tse, tse que se prestan para adornar de queresas aquellos
animales polutos que sobresalen tendidos y ladeados en aquella solitaria
SABANA. El adorno viene despues cuando aquellas especies están sometidas a un
galope de gusanos que comen y sabrosean esos cuerpos impolutos sometidos a un
desgaste de destrucción, para que en
cada animal bajara una oleada de buitres, zamuros y gavilanes para
saciar su hambre en aquellas podridas carnes que solo la apetencia caldea los apetitos. El vocinglero ruido de moscas y la peleas entre aquellos animales
elevados de altura, sortean los momentos para entrarle a cada animal y asi
salir en voladillas a ciertas y alturas y poderse detener en cualquier árbol
que le de sustento para lamer aquel hedor de carne podrida. No vacilan en
volver de nuevo y caer precipitadamente para picotear aquellas herrumbres
toxicas y sucias que se han morticinado por aquel estadillo telúrico que se
desprendió cuando algunas placas tectónica se estaban equilibrando para
mantener tambien el equilibrio terráqueo. No hay noticia, nadie lo sabe. Se dio
y solo el silencio de aquella llanura escrupulosa dará conocimiento cuando el aguijón
de la sabiduría penetre aquellos indeclinables hechos que se sepan en la posteridad.
Tigres, Jaguares y Leones:
Los reyes del silencio
Hay
un rugir que se levanta desde que los leones, los tigres y los jaguares se levantaron en toda esta extensión,
habian formado un hábitat de vida. Trillan frenéticas vidas y
se creen los reyes de estos sabanales. No hay quien los doblegue. Alli están
insertos en bosques, en matas, en espesuras, luego salen de noche a recorrer
aquellos impávidos sabanales en búsqueda de una presa que les puede saciar sus
hambres enfermosas. Lacerados como baquianos recorren aquella pampa que no les pone frenos a sus ambiciones.
Ellos tienen su dieta variada y se van apertrechando con los venados, con
ranas, peces o carroñas, e incluso el
cunaguaro. Casi que se parece al tigre, pero esta dentro de la dinámica
comestible del tigre de este lado del Asia. Su vida es casi misteriosa en estos
sabanales de Guanipa---- Gruñe feo.----GrrRRRRRRRRRRRRRr—y asi va despacio,
moviéndose lentamente, porque su conducta es arisca, pero peligrosa para todo
ser viviente, llámese este animales cuadrúpedos , solo el mapurite al soplar
sus pedos lo deja fuera de furia del instinto de matar. Lo deja fuera de combate,
asi es, y casi medios locos por la hedentina, se van en veloz carrera como
soplido de aire entre aquellos sabanales, si es que se toparon con sabanales,
sino se escurridiza en bosques llenos de arboles y bien tupidos de hierbas y
matas de bajas alturas, como el urape, la sordina, la bejuca, el guaritoto, la
verdolaga, el cereipo, el merey, el cartan, el pata de ratón, la mata de
bejuquilla, de dormidera, de arestín. Es el animal que va leyendo los rastros y
gestos de cualquier animal para caerle en peso. Su instinto es muy fino, sus
aliento un abanico de sorpresas, su olor desagradable para muchas especies, se
espantan como raboamarillo en sabanales; agita el instinto de otros animales,
se va penetrando bosques lentamente, pero cuando le cae a la presa, se abalanza
como un rayo y le clava aquellos caninos
puntiagudos que suele tener en su boca infernal, tritura y samaquea con
fuerza descomunal. La presa ni siquiera tiene la oportunidad de gritar, chillar
o llorar, el estrangulamiento fue rápido y sin soltura. De alli se va a un
sitio solitario donde pernoctar y comienza su trabajo de engullir aquel
delicado manjar. Una vez engullida aquella comida se retira del sitio y va en
búsqueda de apareamiento con otra tigra. Sabe lo que hace y va galopando mañana
y tarde aquellos escenarios que se convierten para ellos, en guarida y vivencia, alli duermen, viven
procrean, sobreviven, toman agua de los muchos riachuelos que se presentan en
aquella pequeña pampa de hierbas xerófilas. Cruzan velozmente algunos
riachuelos cuando son atacados por otras fieras como es el león padrote de la
selva, pero tambien padrote de las montañas y los sabanales. Hay toda un crudeza
y una fuerza colosal desarrollada por estos animales que solo el silencio de
aquella Mesa lo sabe por el instinto de su vegetación y otros animales muy
cerca a esta raza felina. No se diga del jaguar animal tan parecido al tigre
asiático, pero mas prospero es en estas
tierras de América y que de alguna manera circulo mucho entre montaña, selvas, sabanas, o
pampas de América del Sur. El rastro sempiterno se habia hecho testigo en perenne
sintonía con animales que casi nacen de la virulenta mutación provocada por la
biogénesis de esta tierra, que ha hecho
sus grandes milagros al incorporar en su vetusta superficie, toda clase de
especie animal como lo manifiesta las máxima bíblicas en el germen del inicio de la vegetación y también
de la fauna. No es ciega la naturaleza, parece tener una lógica, y alli se va
aligerando entre toda las especies animal, unos que por colocarse a la altura
del clima, del agua, de la vegetación y
de los mismo animales va creando una solapa de supervivencia incontrolada y
libre sobre la faz de la tierra. Guanipa no escapa a esta virulenta situacion
emanada de la propia naturaleza, ella no es columpio oculto de esta evolución
que tiene que ver con los movimientos y
la dinámica que tiene el cosmos sobre la
biosfera.
El
Jaguar animal con característica como la semblanza de la propia naturaleza se siente y vive en este oasis diferente, cuando ha tenido un génesis
de miles de años. Alli en superficie
vive en trémulos momentos acicateado por la misma sobrevivencia. No se rinde y
la misma sobrevivencia lo va vacunando contra
la inhóspita naturaleza que le alimenta, pero lo desafía, para que su
vivencia no sea aletargada por la penuria que presenta el escenario de Guanipa.
El talante de dicha pampa va
valorando la misma existencia de cuanto hay sobre aquel paraje de miles
de kilómetros a la redonda.
Si bien prefiere las
selvas densas y húmedas puede acomodarse a una gran variedad de
terrenos boscosos o abiertos. Está estrechamente asociado a la presencia de
agua y destaca, junto con el tigre, por ser un félido al que le gusta nadar.
Por eso cuando goza de esta sabana se nota seguro y libre, pero tambien
desafiado por otros animales que le hacen competencia, como el oso, el tigre
pantera, el tigre sabanero y hasta misma onza que se desplaza por estos
invernales sitios de aguas puras y agilizadas por los torrentes chorretones de aguas que caen en aquella
aterciopelada sabanas por pajas mesina que cobijan la epidermis de aquel
sabanal. Astuto es el jaguar que se
desliza con un instinto precavido al divisar cualquier objeto que le pueda
disipar su momento de tranquilidad. Muchas veces esquiva, pero la mayoría de las veces va al enfrentamiento y es alli,
cuando pierde la cordura, y se mete en el vaporon de la trifulca y de la pelea
hasta morir si es posible. Nada lo detiene, esta hecho para estos grandes escenarios.
Vive en desafío, vive en el enfrentamiento, vive cosechando peleas, vive la
dinámica que la misma naturaleza le ha impuesto, bravío como ella, e
insoportable como ella.
Sol,
Luna y Lluvia: Los Dioses del Silencio.
Que sabe aquella soledad de estos astros que se
topean en las alturas, que se deslizan con su luminosidad y su claridad sobre
aquellas estepadas sabanas. Que saben
los animales de estos astros que trillan un caminar continuo sin detenerse, y
verlos que salen por un horizonte y que
se resguárdesen por otro horizonte. Que saben aquellos arboles, aquellas
plantas, aquellas hierbas, aquellos mereyales y cereipos de aquellas lluvias que caen en gotas
y fulminan el escozor de la sabana. Son los dioses que viven en lo alto, tan altos que ni el águila, ni halcón
que vuelan a elevadísimas alturas puedan
traspasar sus barreras. He alli el inclinado astro llamado sol que comienza
erguido y acicatea la sabana con aquella luminosidad increíble, pero cierta de
un astro sempiterno que se orbita en
aquellos sabanales y matorrales cultivados por la misma naturaleza,
porque no son las plantas, ni los animales quienes la han formado. Alli se
hacen sentir, lo siente la tierra, lo sienten las plantas, pero lo pueden
sentir aquellos animales acuáticos, rastreros y elevados que pululan en aquel
escenario xerófilo. Estos dioses hacen palpitar la planicie de miles de
kilómetros, pero esto dioses también han
hecho eternas aquellas especies que se han delineado en aquel horizonte. No mengua
su estilo, su vida, su evolución. Son los dioses que le van dando el desarrollo
vital, ya que estos dioses alimentan las hierbas, las plantas y ayudan a crecer
y desarrollar cada especie. Dioses que se hacen colosales, dioses que han
orbitado en aquellas llanura por miles de años, o tal vez millones de años,
antes que la hierbas y los animales tuvieran su género de vida en esta planicie
ya ellos eran, ya sembraban el contubernio de la mirada en aquella plazoleta ,
donde no habia inspiración de nada. Ellos van haciendo la rueda de la vida y la
vida tiene existencia gracias a estos dioses que aniquilan la vida, pero
tambien la construyen, pero tambien exaltan la dicha de aquellas especies que
forman ese ciclo de vivencia en aquella novedosa sabana que se inclina para
rendirle tributo y amor. Aquel sol que reina, y aquella luna que opera silenciosamente,
en conexión con la misma naturaleza, ya que ella como satélite, le da el
equilibrio a las matas a todo lo que
verdea sobre aquellas tierras que solo amansan el calor del sol, y la frescura
de la lluvia. Alli esta trémula ante el abanico de una silenciosa existencia
que sin estos dioses tampoco perdura. El
escenario no se pondría verde, y las praderas no existirían. Todo es
importante y el lenguaje se quedaría enano para poder descifrar este gran misterio
que pavonea aquella sabana. Un día viene, un día va. Y un día va y un di avene
porque hay un dios que asi lo permite, el dio del silencio llamado sol, pero
que quema con su calor perpetuo, duradero y fogoso. Su ausencia provoca
oscuridad, oscuridad para que aquellas plantas y movibles como los batracios,
los bípedos, cuadrúpedos, y acuáticos y voladores puedan continuar sus
funciones locomotoras. Se han vuelto sempiterna, desde que esa estrella brilla
en el firmamento. Un misterio atrapa la tierra, peri misterio atrapa aquel
sabanal. Una luna que brilla con una lumbre cada día más exacta va permutando
los dias y cobija de luz aquellos sabanales cuando el alba muere y las praderas
resucitan. Nada melancólico, todo es un chillido y una germinación que se va
entregando en aquella plazoleta tan grande y grande que la mirada no puede
alcanzar sus infinitas dimensiones. Quien se puede interponer en aquellos
dioses para decirles: --- Dejen ya de existir, y más nunca hagan brillar sus
lacerados rayos sobre estas gramíneas y
palpables arboles que hacen lampiña la sabana? Nadie, ni el palo, ni la
piedra, ni el batracio, ni el animal que chilla, ni la sabana verdecida, ni el
araguato, ni el mono, ni el tigre, ni el jaguar, ni los mariposales saliendo en
abril, mi el floral de la sabanas en tiempo de noviembre, ni la gritería de los pericos, ni el cantar de la
guacharaca, detienen los insolente rayos
fogosos de aquellos astros. El Morir de
estos dioses, tambien es el morir de los vetusto arboles y de las enanas
gramíneas. Es el morir de cualquier especie que se anide sobre aquellas faz
llana, amortiguada con algunas
serranías, pero aterciopelada con algunas y leves alturas, que dan brillo a la
visualidad de cualquier ser vivo y dinámico que se desplace en altura, en
tierra y tambien hasta en aguas de aquellos estanques que se han sembrado por
la gratitud del tiempo.
Alli serpentean lombrices, serpientes, batracios,
iguanas, pescados en aquellos lagunales formados por la bondad del tiempo, y de
la iluminación clamorosa de estos dioses que sobre ellos hay un Dios de poder.
La nada no tiene nada vacio, todo tiene su fundamento, todo esta copado, no hay
silencio de átomos, ni de moléculas, ni de células mientras exista el Dios de
la vida. Bendita sea aquella tierra que señorea la distancia, que añora el
legado, que siluetea la acrílica mirada de cualquier ente vivo. Alli va el
rumor del viento y la mesura del viento fresco, cuando la lluvia se aproxima,
se vuelve el estero un clima agradable para saborear la dulzura del espacio. No
mingonea, simplemente se alegra, cuando aquel espacio se vicia con halcones
agilizados por la trama de la naturaleza. He alli aquellas albricias delicadas y glamurosas que se pavonean en
aquel distante espacio jineteado por la alboroza sabana. No mengua sus
sentimientos, no mengua su emoción, no mengua el palmoteo sabanero, no mengua
el tiempo cuando se abre de par en par como una flor en su súbito momento del
polen y su fragancia atemperada por sus mismas funciones biológicas y químicas.
Alli va el risueño amanecer cuando la solapa del sol va estrellando con sus
rayos el laberinto de millones de átomos, con su empedernida luz que se cuela
entre ozono, nubes, biosfera, atmosfera, oosfera, noósfera, y gigantescos
procesos cosmológicos que se acentúan
cada día con aquel hilvanar de transformación que sucede segundo a segundo, una
parte de ese embrollo le toca a la Mesa de Guanipa, cuando el sol del epitafio
comienza a levantar altura y trata de detenerse
en aquel impávido espacio y va calentando la solera vegetación que alli
reina. Va subiendo y la tensión de la sabana según la estación va despejando la
gran neblina que se abigarra en toda aquella extensión. Grillos, palomares,
siluetas de pájaros deambulando, hormigueos de plagas y agitación del ambiente
perturban el sabanal para que el ancora de delicias vaya focalizando aquel
temple de acrisolado espacio. Alli va aclarando las nubes tercas y rutinarias
el espejo atrofiado por la bruma agigantada de aquel desierto humano. Nada que
envidiar aquel abigarrado contenido, aquella presencia del sol anclado en el
celestial cielo que se bruñe soñador para erguirse de sólidos colores, y formar
un arco iris en el extendido galope de aquella tercias golondrina volando aquel
espacio siniestro. No hay formalidades todo los dias, los dias se van formando con algarabías de animales, y soplidos de
aires diferentes. Dijera Heráclito, no se puede bañar en el mismo rio. Todo es
un cambio. Una mañana no es la anterior, ni podrá ser la posterior, porque del
futuro no se habla en aquella estancia, cuando alli no hay una mente que lea el
pasado, el presente o el futuro, no hay en aquel medanal ninguna mente
especial, que diga algo especial. Solamente Dios que conoce los intrilingues de las plantas y de los animales, podrá
revelarlo a algún entendido con el tiempo; mientras tanto sigue el silencio de
los dioses dando quehaceres en aquellos animales y en aquellas plantas que se
fueron formalizando con el advenimiento de la solitaria luz, con la solitaria
lluvias, con la solitaria luna que se entremezcla en aquel acantilado palmo
de sabana va girando y dando vuelta incontenible en
cada paso, pero la sabana sigue siendo yerta antes aquellos silenciosos dioses
que han tenido la dicha de espaciarse en aquel sabanal. No mengua la sabana, no
mengua el horizonte, la impávida mirada del cielo hace flotar cual situacion de
hermosura y la atrinchera con besos diurnos, pero tambien con los besos diurnos
ante esperados deseos. Acantilados hoyos de aguas se filtran en aquel
aletargado suelo. Suelos que se hermosean con la lluvia trágica, porque es
fuerte cuando caen y va sembrado de ignominia muchos caminos que habian sido trillado por el caminar de los tigres, los
jaguares, los zorros, las hormigas, los bachacos, las culebras, los venados,
los conejos, los aguaitacaminos. Es un lago es una sabana acuífera que se ha
levantado en aquel solapar solitario. Nadie imagina cuánta agua se esconde
debajo de aquella superficie, debajo de aquella faz. Es el rostro anverso que no se nota, pero es la
realidad latente que alli se permuta. El agua por encima, el agua por debajo,
pero alli anquilosada perpetua la vida tanto de planta como de animales. Cada golpe de agua que cae
en aquel sabanal va hundiendo sus moléculas y asi va formando un cumulo que en
la posteridad será una vertiente acuífera que darás vida y vida cuando el dios
sol arrequinte sus rayos torturadores. Asi son estos dioses que abren caminos
en aquella llanura celestial, cuando sus ángeles vadean aquellas singulares
espesuras, tonsuradas por la voz del
silencio.
Se
abre la ventana del Antropos.
Se cuela el antropos por una ventana que ha
abierto la propia naturaleza. Ella es asi, tan dinámica como la misma energía
que no tiene parangón. Miles de años antes de que Jesús llegara al planeta
tierra, ya se habia concebido una raza que habia llegado por el estrecho de
Bering. Fue el estrecho de la ventura humana. Caminar por instinto no fue la terquedad de aquella raza
que sintonizo con los animales y las plantas
de aquel enervado espacio que se presento en un tiempo que la misma naturaleza
sincronizo con Siberia y ALASKA. Ella permitió y quiso que los homos erectus transitaran hacia un territorio de lo desconocido. Hubo
motivaciones especiales. Caminar y adentrarse en aquellos inhóspitos suelos
plagados de fieras, plagas, de una naturaleza virgen ante la mirada y el
palmoteo del antropos, no era imaginable. Vegetar por aquellas inconcebibles
montañas, montes, arreboles y tantas zonas quebradizas por la misma naturaleza,
era un riesgo, pero bienvenido el riesgo que tributa la valentía.
Alli
fueron extendiéndose entre la noche y el día. Habian entrado con ciertos
animales, pero de este lado tambien habia animales, habian entrado con un
lenguaje, pero de este lado no habia lenguaje, ni dialecto bravío, como
aquellos antropos que habian entrado en el silencio del tiempo, porque nadie
era capaz de dar aventura a un silenció. Pero, ¿porque habia entrado el
antropos hacia estos lugares del Continente sin nombre?. Era el continente sin
nombre. Nadie le habia puesto nombre, porque se necesitaba la presencia del
hombre inteligente, del hombre del dialecto y del lenguaje. Cuando entro el
hombre a aquel continente o aquellos continentes tampoco tenian nombre. Alli el
hombre no era capaz de tener razones sobre las cosas. Vivian por vivir en la
mengua del escenario, tanto de un lado como del otro lado. El instinto del
hambre los sometía a deambular por un escenario que mejor le sirviera, y esto
era para calmar su hambre y su sed. Alli donde hubiera una planta con frutos
adecuados para su alimentacion y unos animales para su buen apetitos, alli
estaban los antropos. Era la lucha constante, sin desayuno, sin almuerzo, y sin
cena. Las invenciones vinieron despues, podían comer a toda hora. No habia un
calendario adecuado, no habia horas, ni semanas, ni meses, ni minutos, ni
segundo, todo iba surgiendo en la medida que el hombre iba abriendo aquellas
mentes cerradas.
Necesitaba
que la neuronas herméticas fueran abriendo las dendritas interconectadas al
soma, y las variaciones de los estímulos del ambientes hacían que se pusieran lucidas, y asi
fueran aprehendiendo los
colosales incitaciones y movimientos que
se visualizan, se sienten, se olfatean, se gustan, se oyen y se palmotean para
que se fuera creando en el
antropos una inteligencia abierta, lo que de alguna manera creaba un
laboratorio mental en aquellos homínidos que habian superado varias etapas de
la mente . Habian entrado sin
conocimiento de nada en un continente sin nombre. Había dicho el Creador, “hágase
la luz, y la luz se hizo”. Eso paso con aquellos homos erectus, que se plegaron
a aquellas montañas, a aquellos sabanales, a aquellas tierras frías y
lluviosas, a aquellas tierras que fueron hábitat para ellos, y asi fueron
penetrando las barreras de los obstáculos, y en millares der años se fueron
desplazando poco a poco hasta llegar a
gestar una civilización en el escenario Azteca. Alli quedaron unos miles
que se fueron multiplicando poco a poco, pero como aquellos homínidos no eran
estables, muchos de ellos se habian
desplazado hasta la zona central del continente sin nombre. Alli junto con los
Aztecas que tenian un gran dominio con los del norte, hubo ramificaciones que
eran totalmente nómadas, ellos se habian desplazado hacia la parte Sur, pero se
habian agigantado en algunas islas de las Antillas, cuando comenzaron a usar
los botes las curiaras y otros elementos de navegación acuática. Cada día las
iban perfeccionando, ya que la sabiduria y la inteligencia iban de la par, para
mejorar cada día las situaciones reinantes en su círculo de vida, en su hábitat.
Iban bajando aquellos que no tenian el proposito de instalarse como los
conformados por Texcoco, Tlaco pan y
México-Tenochtitlan. En los hechos, la mayor parte de los territorios bajo el
dominio de los altépetl coaligados pertenecían a los mexicas. No se quedaron y
no se quedaron. La ambición de la nomadia
los intranquilizaba. Asi como fueron en un principio, asi eran sus
conductas, tenian conductas primigenias de cuando habian torcido su rumbo
saliéndose de aquel continente, para entra en este continente sin nombre. Hubo
dilatados caminos y los iban siguiendo por los rastros que habian dejado o iban
haciendo ciertos animales que se arrastraban por aquellos acantilados de aguas y
tambien por aquellos sólidos terrenos que martillaban el alma de aquellos
extraños. Era todo nuevo para ellos, una ventilación de arboles cobijaba sus
espectros ojos, su visualidad, su textura, su pensamientos que aun estaban por
crecer. Habia todo un entramado vital en aquella raza que se estaba expandiendo
por aquellos horizontes. No habia límite para expandirse. Sus límites eran los
obstáculos terráqueos que le hacían
vapuleo en las andanzas de aquellos obstinados hombres de la aventura. Detrás
de ellos iban los niños, los jóvenes y las mujeres que las tenian para
apareamiento y su cría. De alguna manera tenian el instinto de la
sobrevivencia a traves del sexo, como
complemento de su misma naturaleza. Al estar en su tranquilidad formando bohíos y rancherías permutaban sonidos y dialectos
propios de una raza que no ha desarrollado sus neuronas. Sin embargo alli están
con gritos drásticos, como copias extrañas
de los animales más salvajes de aquellos escenarios. ----
Ahhhhhhhhhhhhhhh ¡GGGGGGGGrrrrrrrrrrrrr¡ Hhayyyyyyyyyyyyy---------- cuando hay algún dolor o hay alguna muerte
supina en algunos de sus integrantes. Su dialecto es una conducta sibilina de
los animales que van aprendiendo de cada
uno en su originalidad y van copiando mentalmente sus requeridos gritos,
cantos, zumbidos y algarabías refugiada en cada ser viviente, pero el hombre es
un ser de copia, un ser que graba y luego expresa. El oído y la visión, asi
como el olfato lo tenian muy sutiles para cada movimiento que se expresara en
aquel ambiente tan natural.
Para este hombre esperanzado por la temporalidad tenia una batalla compleja con
ciertos animales. Ha alli el tigre, el jaguar, el león, la danta. No se diga de
ciertas serpientes que eran ampulosas en
su tamaño. Con ellas había ciertas batallas, sin embargo cuantas personas no
habian sido muertas bajo los energúmenos
músculos de retorcida fuerzas brutas que se agitaban en aquellas feroces
bestias que parecían un leviatán. No se diga de las grandes hoyas de agua que
se permeaban en aquellos terrenos llenos de asombrosas aguas que troquelaban
aquellos escenarios. De repente daban el zarpazo y con sus fauces gigantescas
engullían a cualquier ser humano. Sin embargo, el aprendizaje, y la visión de
aquellos extraños iban aprendiendo la lección ante la mirada serpentina de cada
día, y de cada momento trágico.
Muchos momentos fueron difíciles para aquellos
forasteros que no habian tenido en su singular ambiente, un escenario tan
inhóspito como el que se le presentó de este lado del Asia. Abrumados, pero se
estaban salificados en su vivencia; aturdidos, pero valientes ante las
circunstancias; abatidos, pero fieros para el combate y el exordio de cada día.
Asi iba el aprendizaje, el aprendizaje con la naturaleza. El aprendizaje de la
supervivencia: Nada más trémulo como ir batallando el día al día con esperadas
e inusitadas sorpresas tendidas como
trampas en aquella vegetación nutridas por la comparsa del tiempo y la oquedad
del silencio. Los dias y las noches van terciando la gentileza de aquellos
humanos que se imponen ante las vetustas y duras imposiciones de una tierra que
mana leche y miel, pero que tiene muchas sorpresas al ir delineando un
adentramiento en aquellas ojivas siniestras de la vegetación. No se atardece
cuando el peligro acecha, es la dialéctica de la existencia, se es o no se es.
Se combate, o te traga las vicisitudes del tiempo. Existir o no existir, he
alli el dilema de aquel escenario. Ya el antropos cruzo la ventana, la ventana
se hizo camino y la ventana no se ha cerrado, aunque la ventana te diga vuelve
atrás, pero la ventana abrió un espacio, y alli están actuando con sus
adversidades, pero tambien actuando con gracia, valentía , dicha y felicidad .Una raza que no se
rinde, va caminando en cortos espacios
para invadir lo desconocido, se encuentran en la parte del cono sur de aquella
conglomerada vegetación, pero con los alpinos pájaros y aves que ilustran los
espacios, dandole colorido a los cielos
abiertos de aquel tinglado panorama terráqueo.
El
Hábitat Va Madurando la Existencia.
Las vaguadas serranías, las abruptas sabanas, las
horizontales laderas, las tempranera vegetación va siendo focalizado por unos
hombres y mujeres que se pavonean silenciosamente sobre aquellos avatares
riachuelos curtidos de toda especie animal. Miles de animales revolotean en
aquellas sempiternas vegetaciones flechadas por el tiempo, pero valoradas por
los dioses de la luz, del agua, y del fuego. Alli están, tan llenas de
esplendor mañanero, pero tambien del esplendor del sol del mediodía, como
esplendor de un alba que muere en los olímpicos sueños de Morfeo. Nada de
griego, nada de romano, todo esta
concretado a una nueva visión de
un nuevo continente que va sembrando nombres y sombreando los animales y las
plantas con un lenguaje, con un dialecto. Alli va ese hombre madurando con la
temporalidad. Una temporalidad que va gestando toda una actividad en aquellos seres, que van abriendo
la mente, que van desarrollando las neuronas, que van cosificando las cosas,
que van aliementando sendas y trayectos con la eventualidad del tiempo. No es
una fugacidad mental, es el retornilleo de ventanas que se abren y se van
expandiendo a lo largo y ancho de aquellos inmensurables terrenos que jamás
hombre alguno habia pisado la eternidad del tiempo, tanto de la creación,
como de la evolución. Cada día se van haciendo creativos. No es materia bruta
la que se van moviendo en aquellos lodazales escenarios de una vegetación
virgen. Van de punto en punto, de escenario en escenario, van haciendo
rancherías, van haciendo chozas, ya la imaginación no los mete dentro de una
cueva, o tal vez en un esplendido árbol
que tenga 50 metros de ancho , o tal vez el ramaje abarque una proporción de 50
metros a la redonda para poderse cubrir sobre el follaje de Arbusto. Caminan, despiertan cazan, gritan,
las mujeres paren, comen, cagan, orinan, mueren, sueñan, cazan, van sembrando
el maíz, la batata, la yuca, mastican, matan seres humanos, matan animales,
queman sabanales, vomitan, hacen canoas, curiaras, hacen, reposan, avanzan,
piensan, se pierden entre sombra y noches oscuras. Van avanzando, se quedan
algunos en parajes cultivados por la indolencia del tiempo. La seguridad crea
ambiente, mientras que la aventura es un riesgo sin futuro. Por eso a pesar del
riesgo, van sembrando penachos de rancherías y van cultivando maizales, papas,
yuca. No son tontos, buscan los hontanares de aguas cerca, para calmar la sed y
refugiarse en aquellos caudalosos horizontes de aguas. Esta la comida cerca,
han aprendido a comer pescado, y a matar animales apetitosos para su buen
hambre. Están contentos, el hambre a muerto, la sed ha muerto; lo que no ha
muerto es su desplazamiento de ir mas allá de aquella ventana abierta y se van
entrometiendo selvas adentro donde lo peligroso habita y el riesgo se precipita.
A lo largo de aquel continente se van formando rancherías inmensas, pero ellos
avanzan desde el norte hacia el Sur. Ya sabemos por donde entro el antropos. No
fue por la parte Sur, ni central. Fue por la parte Norte, y se habian
desplazado en miles de años. Su desplazamiento, no fue inmediato, fue lento,
pero seguro, hasta establecerse en todos los ámbitos y aéreas de aquel
continente de los desconocido para el hombre, pero muy conocido por las
especies animales y las especie vegetales. Muy conocido tambien por los dioses
sol, luna, aire y agua. Alli van trillando y escalando áreas y van abriendo caminos, pero tambien van
abriendo existencia humana y sembrando costumbres y caminos que con el tiempo
se llamarían los caminos de los humanos, para no decir, camino de los
indígenas, porque ese término no sonaba en aquellos lares, ni tampoco el indígena
se imaginaba que con el tiempo asi lo llamarían .Alli van retozando praderas,
montañas, praderas, serranías, cubiertas de aguas, alli van bajando y subiendo,
alli van buscando acostumbrarse con los climas, climas variados como lo tiene
la parte Sur de aquel continente desconocido. Es el Píndaro selvático que va
floreando con la realidad lo que hay alli en la realidad. Es la belleza natural
vaciada en aquellos silenciosos escenarios, pero lleno de galimatías y
jolgorios animalesco que se oyen día y noche, y que no hay descanso, mientras
los seres vivientes estén cobijando todo aquel lodazal de aguas puras, pero de
aguas putrefacta, cuando son revolcada, por emblemáticas lluvias que se hacen
eterna por aquella vegetación tan sana y pura que expande en aquel recinto
abierto por la mente humana. Van tomando
la tocha del día y de la noche, hay un movimiento desplegado. No hay muerte, ni
vacio, hay toda una sincronización entre la bestia y la vegetación. Pero el
extraño tambien comienza a sincronizarse, alli van batallando los cuatro:
vegetación, animales, tierra y hombre. Lo natural se complementa, y alli
comienza una batalla. Una batalla que se hace una realidad, entre el humano y
la propia naturaleza. Parece que la ingeniería de la naturaleza lo ha calculado
todo, para que se complemente todo. Sin embargo, la naturaleza es la que
decide a la final, porque ella dota,
pero tambien en sus ciclos, tuerce los equilibrios. Es insolente como candela
en pleno apogeo, es ritual como los ritos hebreos, es dañina como lo microbios
que matan. Toda una dialéctica manejada por las mismas funciones que ella tiene
entre sí: el movimiento y la dinámica. Alli todo se va transformando, nada es
indetenible, ella juega a los dados, y cada vez que juega sale una señal
diferente. Po eso aquella situacion aquel escenario se iba abriendo a aquellos
hombres que tenian miles de día y miles años
bregando para imponerse sobre aquel plató milenario creado por la sabiduria del
gran Dios. Sin embargo, por su corta vida espiritual, aquellos primeros hombres
tenian dioses cercanos como era la luna, el sol, algunas estrellas, las grandes
serranías, los vientos, los grandes ríos, algunos tipos de serpientes
gigantescas. Todo se iba cultivando en aquellas mentes de poco alcance para
comprender tambien la sabiduria que habia penetrado la naturaleza. No hay una
naturaleza sin sabiduria, y la sabiduría es la chispa inteligente de Dios sobre
todos los avatares del cosmos y del silencio sideral que se da en la
temporalidad del infinito.
Se acercan a la Amazonia, y la Amazonia se
presenta como la gran selva impenetrable. Cada paso que dan se les vuelve
compleja y misteriosa, sin embargo, no echan pasos hacia atrás, sino hacia
adelante , los pasos pueden ser lentos, pero su misión u objetivo es penetrarla
de alguna manera, y su penetración es terrestre, no es cuestión de un vuelo de
pájaro, ni tampoco es una zambullida en aquellos ríos que galopean el núcleo de
la selva y la hacen azulada con sus barrullos de aguas que se esparraman sobre
aquellos acantilados y acuíferas inundaciones de aguas, salpicadas por grandes
animales acuáticos que se pavonean sobre la solaz aguas de aquel solitario
lugar ; aunque de solitario no tenia nada, porque el tremolar de aves y
animales desconocidos para aquel viejo continente no tenian nada en comparación con lo que se le avecinada a
aquellos andantes antropos de las circunstancia. Anochece y oscurece, comen y
pasan ratos de hambres, vomitan y se enferman, cruzan férreas selvas que casi
le aniquilan los riesgos, pero alli van imponiéndose con el vigor, la energía, la pujanza, el
ánimo va abriendo caminos que no volverán atrás. No hay solapa para el desanimo
y torcer el camino, no es el objetivo.
Ya hay una costumbre sobre aquel continente. Se van haciendo idiosincrático con
el correr del tiempo. El hombre es un ser de costumbre, y ya la naturaleza ha
hecho su trabajo sobre aquellos aledaños
seres que se han convertido en los nuevos vecinos de aquellas inhóspitas
selvas blindadas por la extrañeza de los antropos. Pero ahora los antropos han
invadido aquellos parajes solitarios. Se han convertido en los nuevos seres que
habitan aquellos escenarios que jamás pasaba por la mente de aquellos animales,
de aquellos seres vegetales, de aquellos seres lunáticos, de aquellos seres que
tenian convivencia dual, pero que ahora se convierte en una convivencia de
triada ecológica. Existe el hombre, el animal irracional y el ser vegetal.
Ambos son seres vivos, cada quien con su dinámica de convivencia. El hombre con vida, el animal
con vida, las plantas con vida. El hombre con cerebro pensante, el animal con cerebro,
pero sin pensamiento, las plantas sin cerebros, y sin pensamientos, pero he
alli que están en una convivencia. Hay toda una convivencia de agua. Ellos
viven porque en los tres hay agua, y el agua es vida. Toda un compuesto de H20.
Gracias a ese H20, hay toda una complementaridad en los tres. Se mantiene un
equilibrio ecológico. Pero cuando el hombre se vuelve un depredador comienza a
desvanecerse la complementariedad. El pensamiento de ese nuevo hombre coleado
en aquellas selvas intrincadas de la Amazonia no le causaba mucha desarmonía al
equilibrio selvático, porque sus utensilios no eran de características
depredadoras. Todavia no habian llegado a tales avances. Poco a poco iban
tallando el arco, la macana, las piedras, de ciertas matas sacaban enaguas, y
la mayoría de ellas eran utilizadas para curar enfermedades. Ya se habian
formalizados los Piaches quienes estudiaban los procederes de muchas plantas
para curar muchos problemas que se le pudieran suscitar a los hombres. Ellos
hablaban con las plantas y las plantas le iban dando las soluciones posibles a
cada tipo de enfermedad que fueran surgiendo. Por eso se ve a muchos Piaches
haciendo mezclas con muchas hierbas que luego resultaban asombrosas por su
utilidad curativa. El Piache era un ser respetado en todas las tribus. Eran el
curandero, que poseían poderes mágicos religiosos y presentaban las ofrendas a
los dioses como el sol, la luna, las estrellas, a los grandes Rio y ciertos
animales que poseían el atrape de los
espíritus malo y alli los piaches con la
fuerza de la imaginación y el soplido de tabaco podían expulsar cualquier
hechizo que tuviera cualquier persona. Era el sanador de las tribus y de las
rancherías. Los aborígenes podían temerle, pero en ellos habia una seguridad,
porque ellos establecían el equilibrio sicológico en la comunidad, además del
manejo botánico que tenian sobre una variada y diversas plantas que iban
probando y aplicando a cada paciente según la situacion o problemas que se presentaran.
Con esto van avanzando, van regando aquella solapada selva con el aguijón de la
salud, lo que es igual a vida.
Caminando
hacia la Orinoquia
El poteo de la vida, la distancia sin
recorrer, la cizaña de los endiablados
hombres de la Amazonia, creaba en el pensamiento del aborigen una envidia por
avanzar, se fijaban que muchos
animales podían llegar a muchos
senderos y cuando levantaban el vuelo intrigados se preguntaban -- ¿ Y, porque nosotros no?. Quedaban con una memoria
intrigada porque no tenian alas como aquellas rapiñas voladoras que se
enternecían sobre aquel firmamento piando y gritando sobre sus altos élitros
flameándose sobre aquel espacio abierto sin detención de nadie. Sin embargo, el
aborigen se iba guiando y tomaba nota mental hacia donde se iban desplazando
para seguirle los pasos terráqueos de aquellos animales semisalvajes que
alzaban el vuelo y ellos quedaban en tierra que resuman los pastos del páramo
Y las colinas se orlan de alegría; Las praderas se cubren de
rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan.
Alli esta la Orinoquia en la parte sur colombiana, pero tambien en
la parte Sur venezolana que se presenta
como una extensa franja selvática de poca altura, mezclada con vegetación
abierta de sabana amazónica, que limita al oriente con las caatingas de la
planicie aluvial del Orinoco y se extiende hacia el occidente, desde el sur del
río Vichada, pasa por el sur de los ríos Guaviare y Ariari y termina en la
serranía de La Macarena y las sabanas del Refugio. Renombrados hombres de las
ciencias y la investigación acuerdo, las
sabanas amazónicas fueron, hace más de 600.000 años, centros de diversificación
florística que se desarrollaron a partir de una fase selvática y son anteriores
a las sabanas llaneras que se generaron durante las fluctuaciones climáticas
del Pleistoceno—100.000 a 10.000 años antes del presente—. Sin embargo, otros
investigadores afirman que la flora de los sustratos arenosos de las sabanas
amazónicas se generó en ambientes oligotróficos hace más de 70 millones de
años, durante el Cretáceo Superior o el Paleógeno, en una etapa muy temprana de
la historia evolutiva del escudo de Guayana. Hay toda una mezcla de fluctuaciones climáticas. Hay un severo sueño
de aquellos indígenas que han venido transitando toda aquella aérea que vuelca
alivios inconmensurables en sus grandes andanzas. Alli van y nada los detiene,
y se van metiendo frontera venezolana, y se anidan en aquellos Balcanes teatros
de la existencia del rio Orinoco. Llegan
hasta la frontera de las hidrológicas corrientes de aguas que nacen en
Colombia, pero que penetran una gran parte del territorio venezolano. Por donde
pasan van dejando el esterero de chozas y bohíos, van dejando sembrando el olor
a raza humana., Van dejando el escobilleo de la vivencia y de la cultura, ya
están en el momento en que la madurez sicológica e intelectual va superando la
infantilidad de la cavernas, el tiempo, la experiencias van madurando aquellos
cerebros herméticos, que no sabían lo que hacían y hacia donde iban. Ya saben
lo que quieren y porque lo quieren, sin embargo, le falta un gran momento para
que todo se ponga tan claro como la luz del sol. Muchos años están por venir, y
la simpatia de la espesura de aquellos segadores de pasos en la eternidad va a
permitir que los indígenas vayan calzando un escenario que les avizora momentos
y tiempos de grandes desenlaces. Hay un rumbo, nada se detiene, y el galope de
los pies y el caminar de aquellos hombres y mujeres siembran una cercanía con
el Mar. La infinitud, queda atrapada por el pie. Cuando un hombre recorre los
senderos y son los pies que van marcando las pautas, ya la infinitud ha
terminado. Esto va pasando con aquellos espacios que eran silencio para el
hombre, pero una vez puestos sobre aquellos escenarios el hombre se hace peor
que el tigre y el león cuando estos felinos se habian hecho reyes de la selva.
Ahora es el hombre es el Rey de la Orinoquia. Ya el hombre con su pensar y su
dialecto tiene un dominio sobre aquellos parajes tan selváticos y complejos.
Tierras inhóspitas, tierras bravas, tierras circulada por grandes masas
acuíferas, tierras de grandes árboles, gigantes como los espacios, pero pura
como el aire de ellas. Alli va la siembra, alli cintureando las serranías. Se han vuelto tallarines de discrepancias,
pero la normalidad del tiempo va haciendo los equilibrios. La etnias se van
distribuyendo y el acoplo de los hábitat, los van volviendo fisiocraticos. Sus
avasalladla vida se va formalizando con la agricultura: el maíz, la patata, el
casabe, la yuca, la guayaba, la guanábana, el caruto, el merey, el corozo, la
palma van tejiendo en la etnia una manera de vivir, y sobre todo en aquella
vegetación de Olimpos arboles que fraguaban el escenario. Una vez que la inteligencia solapada en
aquellos portátiles seres se ha movilizado a lo ancho y largo de aquel nuevo
continente comienza la depredación. Cuando estaban en estado sin razón, habia
toda una estación de equilibrio entre la triada: hombre, fauna y flora. La
mente que es una sabiduria ha ido a través de los años descuartizando la propia
naturaleza. ¿Sera que la naturaleza es una inteligencia? Según el entendido
teológico todo viene de Dios, pero según el sentido de los evolucionistas, todo
viene de la naturaleza, por lo tanto la naturaleza tiene una inteligencia que
se la va abrogando poco a poco al hombre. Y alli están en las fronteras con el
Orinoco, se habian extendido en su lento Caminar hacia la Guajira, hacia Apure,
hacia Maracaibo, y pisaron los talones de la parte Sur de Venezuela. No
contento con esto se habian comenzado a desplazar hacia la Isla de Trinidad.
Alli habian sembrado el carácter de navegantes. Habian hecho una travesia de
contenido asombroso. Estaba el riesgo de embarcarse hasta ciertas Islas q ue la misma naturaleza habia permutado
a través de los grandes sismos y terremotos en sus movimientos para cuadrar las
plaquetas tectónicas y mantener hasta cierto punto el equilibrio de la
superficie, pero como todo es dinámico, buscaría en otro momento cuadrar de
nuevo las plaquetas. Otro grupo se habia instalado en el golfo de Paria, y asi
hasta donde le fuera posible iban cubriendo y alcanzando espacios. Ya se habian
convertido en grandes nadadores y navegantes. Las curiaras, las canoas era el
medio de transporte que tenian para cruzar aquellas grandes masas de aguas. Los riesgos los iban haciendo poco
a poco. La reflexión que hacían de muchos animales nadadores, los llevaba a
tener esos cálculos, para nadar tambien. Algunos de mentalidades más vigorosas
ponían mucha atención y hacían los cálculos para ir retomando el nado y asi
comenzaban a desplazarse de tierra firme a Mar adentro y asi podían ir conquistando aquellos espacios vacios que
hombre alguno no habia puesto pie, sobre aquellos escenarios solitarios. Eran áreas que
necesitaban la ecovida del ser viviente, pero en el caso particular del
antropos. El antropo tiene muchas variedades para sonreírle a la naturaleza; un dinosaurio bien poco
estimulo podía brindarle a dicha esencia, a esa cualidad amparada por las
fuerzas intrínsecas de la misma. El sopor que podían tener las plantas y los
animales nunca puede ser comparada con la esencia del ser humano, cuando este
va despertando una conciencia que se entrelaza con la misma naturaleza que le
va añadiendo contenidos sibilinos, para luego preguntarle, el cómo se propendo en el
silencio de los tiempos . Sin embargo, hay tiempos para que los seres que
contornean la faz de la tierra, vayan aflorando a traves de mutaciones y
cambios que se vayan generando en el contubernio de los cambios que se van
generando. Todo esta propenso a los cambios ecológicos que luego se transmutan
a lo largo y ancho de la esfera terrestre. He alli que aquellos aborígenes que
se han ido transmutando en la temporalidad. Largo y tendido caminar de millares
de años bastaron para acercarse, he ir rumiando
los vaporones de intrilingues que se le presentaba en aquel complicado
escenario. La veteranía del tiempo va estudiando cada situacion. Nadie puede
hablar todavía de un Omega, porque la parusía no se ha dado para la naturaleza;
se puede hablar de un génesis, pero todavia no esta claro. Todavia hay un caos
de concepciones. La ciencia no lo ha dicho todo, por la finitud del hombre.
El
Escenario de la Orinoquia.
Es un tejido de aguas muy caudalosas, que nace en
las sierras de Parima y desemboca en el Delta Amacuro, cayendo sus enormes
brazaletes de agua en el Mar Caribe. Su nombre se engalana con la etnia Otomaco,
que significa Orinucu. Además de tejidos de aguas dulces, es un tejido de
selvas, montañas, parajes solitarios que se van extendiendo entre matorrales y
selva intrincadas, alli donde las bestias se hace fuertes, las serpientes son
colosales, los tigres bravios, los leones reyes, las selvas frenéticas, los
inhóspito se endiosa y crea un terror,
se vuelve todo un escenario del
misterio, de lo mítico y de los salvaje, de lo tierno a lo
bravío, de los suave a lo ordinario, de lo vistoso a lo penumbroso, de
lo álgido a lo vulcanizado ,de lo lento a lo violento, de lo fresco a lo tibio,
de lo triste a lo alegre, de lo angosto a lo ancho, de lo risible a lo a lo serio, de lo claro a lo oscuro, de lo
efímero a lo eterno ; esa es la gran marea de aspectos que presenta todo el valle
de la Orinoquia, donde las etnias tienen una lucha constante. Fueron penetrando
poco a poco, y su se sobredimensionaron en aquel espacio, los choques
turbulentos de las aguas, de los vientos con
crueles ventoleras que
acicateaban los parajes de aquellos indómitos hombres de la silvestría, los
chubascos granizados fueron formando un panorama muy melancólicos en aquellos
seres que sin tregua ninguna , iban pisando sitios, terrenos en una aventura
sin dilación. Bohíos se iban sembrados y niños aborígenes iban naciendo, las
enfermedades golpeaban aquellos somas que libres como la selva, los martillaban
los mosquitos y las grandes plagas y tábanos que circulaban en aquellos parajes
montañosos. No se diga de los grandes garrapatales, no se diga de la pulga
encomiable para sacar sangre, no se diga de las culebras fierras que se
precipitaban en veloces carreras sobre los niños, no se diga del tigre y el
león con olfateo instintivo en la caza de una presa y que era posible que
cualquier indigente humano callera en las garras de sus pezuñas para ser
estrangulados por las garras filosas de
sus diente guerreros y aniquiladores de cualquier ser viviente. No era romántica
la situacion que se le presentaba a estas etnias que se habian arrimado a esta
área. Sin embargo, la sobrevivencia se imponía, y la conducta del indio se iba
haciendo tenaz, fuerte, atrevida y con mucha
paciencia. Eso de la paciencia y las
ganas de luchar antes tantos vericuetos y las zancadillas que los mismos
escenarios les imponían les blindaba sus
ganas de luchar y les ponía en un gran
alerta. Para ellos no habia limites, los limites se los ponías aquellos
esteros, aquellas selvas, aquellas planicies por donde relajaban sus pasos.
Estaban acostumbrados a la lucha y a poner pie firme en cada desplazamiento que
hacían hacia la parte andina, de los llanos y tambien de la Orinoquia, Amazona
y Trinidad. Se cree que sus orígenes de los arawacos, Arawa, Caribe, Calina; macua, Mura, Saliva, Zurana, Tupi, Mura, Kalinas,
gamoys, Aruaca, Chacopatas, Waraos vinieron del fondo de la selva amazónicas del
Pirú o Viru (Perú) Los primeros asentamientos humanos en
Trinidad y demás áreas de la Orinoquia y
la Amazona se remontan en el tiempo mínimo de 7000 años. Se cree que los primeros habitantes
pertenecían a la cultura ortoiroide, y que provenían del noreste de América del
Sur hacia el año 5000 a. C. Se han identificado unos 29 asentamientos, la
mayoría en el sur de Trinidad, entre los que se encuentra Banwari Trace, el más
antiguo asentamiento humano en el Caribe oriental. Estos antiguos pobladores no
conocían la cerámica, y dominaron el área hasta aproximadamente el año 200 d.
C. Habian cobijado todo este escenario en forma de arco, incluyendo a Trinidad,
La Orinoquia, la Amazona: En esa zona se encontraban una series de arbustos
propensos para la vivencia, pero propensos para los obstáculos de un indios
acostumbrando a la recolección la caza, la pesca y la siembra. Ya tenian una
cultura que se habia alcanzado en la trilla de la vida, de
la experiencia, del gameloteo, de la caminata, de laboriosidad, de la entrega, de los
movimientos de pie y manos, del reflejo sabio de sus cráneos, de su investidura de terciar la
historia y el tiempo. No han descansado, no han dejado de jinetear la historia.
Van alli en galope taciturno. Un escenario se les haced difícil, pero alli esta
la esperanza. Miran el sol, miran los pajonales, miran las selvas, se inclinan
y echan un escupitajo de tabaco, y comienzan a avanzar de nuevo. Las fronteras
son las propias montañas, aquellos relieves de aguas, aflorentinados por la
galería de las matas, viéndose arboles y matas muy elocuentes. Alli sobresalen:
El Mutalino, El Guafa, Hojiancho, Gaque Rosado, El Trenzillo, el Sietecueros,
Arejuto, cajeto, Laurel, Colepato, Palmo Ramo, Corozo; Palmuelia, Pensamiento,
Quiche, Quina, Tíbar, Trompeto, Yurumo, Yumaquin, Matapalo, Caucho Sarrapia,
“Matas”, Quinas, esteros, palmeras, Yagrumo, Ceiba, Caoba mangle, Mijao,
Jabillo, Apamate, samán, Merey, Palmito, Yuca amarga, Yuca dulce, Moriche ;
cola de Zorra, habia toda una galerías y matas que cursaban los rastros y los
actos medicinales para aquellos siniestros habitantes que habian comenzado a
obtener un alivio corporativo y somáticos en aquellos indelebles humanos que se
habian metido insolentemente en su hábitat. Asi son los trapecios de la vida,
con ellos se hace ritmo la existencia. El ejercicio de ellos permite la
eventualidad de otros acontecimientos. Y los acontecimiento son indetenibles
porque se sabe que todo es movimiento, aunque no exista el ser pensante, todo
se va a figurar en movimiento y dinámica, ya la naturaleza lo dijo, con ella o
sin ella, ella sigue su caminos, sus pasos, sus dinámicas.
Al
Otro Lado de la Orinoquia.
El
diestro silencio del ala izquierda del Orinoco no se va a detener. El Cabotaje
étnico cubre grandes distancias, alli el cabotaje sirve para conocer otros
parajes, otros escenarios, ya los aborígenes se van habituando a tener otros
puntos de referencias, alli van fabricando cientos de bohíos, son diez bohíos
por cada escenarios. Una galería de rancherías se va sembrando sobre aquellas
ascuas escenas. Van abriendo espacios tanto de un lado como del otro lado del
Orinucus. Allí se pivotean las ansias de un aborigen que se va desplegando. Van
de tirada muchas curiaras, canoas y medios acuáticos que ya desde antaño venían
fabricando con aquellos palos silvestres de la ceiba y los jabillos que se
hacen moles en la tradicion y en la vida de los empecinados aborígenes que no dan
tregua a nada. La india en casa queda al amparo de los hijos, y los hijos se
vuelven una carga, cuando la india tiene que cocinar y hacer los trabajos
caseros que se han ido amotinando en sus costumbres. Se han anclado en la
vivencia cotidiana, pero asi viven. La costumbre hace la ley, y la ley se
vuelve un amparo. Quien podía cuidar de aquellos tripochos descalzos que
deambulaban por las tierras llenas de suciedad. Que sabían las etnias de limpieza,
que sabían las etnias de limpiarles el culo a los niños, cuando estos andaban
cagados y llenos de mierda hasta tequeteque. Que sabias las indias de una buena
alimentacion para aquellos parasitarios hijos que se pegaban en aquellas
macilentas tetas, todas arrugadas y largas como la chola de una vaca vieja.
Alli estaba el escenario de un raza que iba levantando a los hijos con una
cultura que no era de avanzada, que casi todo era a la intemperie e
interpretación de lo que veían en los demás seres vivos que deambulaban por
aquellas selvas encarpadas de riesgos, de incertidumbre tenebrosa, de ámbitos terrenosos
y de picachos de cerros envenenados por los sortilegios de los piaches quienes
los tenian como lo dioses para planificar cada aventura en el curanderismo.
Allí estaba esta raza que iba abarcando escenario, trechos trillas, matorrales,
senderos claros, pajizales, mesas, planicies y se iban sembrado en “matas” que
eran agrupaciones de arboles aislados en planicies que se distinguían en las
sabanas como los grandes mogotes. Alli pernoctaban para hacer muchos bohíos que
estuvieran cerca de una quebrada o un acantilado de agua para hacer más fácil
la vida cerca de una cubierta de agua. Esto pasaba con estos indios que se
habian embarcado por estos lares de la Orinoquia, La Amazonia, la Guayana y
demás áreas que habian sido conquistadas. La manceba selva les habia brindado
un hábitat, y ellos de algunas manera iban aprovechando toda aquella riqueza
inconmensurable de la gastronomía. Habia sido una naturaleza muy productiva de
enriquecedoras frutas, granos, animales, peces, batracios comestibles. Apenas
eran los conquistadores de bastas áreas, para poca gente. No le hacían ningún
daño a la áreas, solo aquellos indios que habian experimentado con el fuego,
que solían quemar los sabanales con los toques de piedras, y la frotación
continua de un árbol con otro árbol, prendían una chispa que se convertía en el
propio infierno cuando aquellos sabanales ardían sin detención de nadie. Una
chispe en tiempo de verano no se avergonzaba de incendiar y acabar con aquellos
inhóspitas selvas, laderas, “matas” , matas y sabanales. Ya los waraos,
guaraunos y los caribes habian cruzado
el Orinoco y se habian comenzado a desplazar lo que es hopoy el Guarapiche,
alli iban sembrando la nostalgia del tiempo, pero tambien regocijo, contento, la satisfacción, placer, el gozo, el
contentamiento, el alborozo, el júbilo de una raza que mosqueteaba la esperanza
y la vida. Van jineteando escenarios y los escenarios a veces les quieren
pulverizar las ganas de vivir, pero mas
era la fuerza del vivir, que el desanimo que se pudiera imponer.La alegria se impone
como una emoción valerosa, es el mismo Impulso natural e interior que provoca
una acción o un sentimiento sin que se tenga conciencia de la razón a la que
obedece. ¿A quienes les podían obedecer los Waraos, la Guaraunos y
los caribes que serpenteaban estas áreas? Cuáles eran sus reyes, sus
gobernantes, sus líderes, su mandamás ¿? Quienes los habian sellado, para no
cruzar fronteras, si las fronteras no existían para ellos, cuando se inventan
las fronteras, comienzan las leyes y la leyes salpican la libertad y la
encajonan. Para algo son buenas, pero tambien restringen la libertad de acción.
No habia un ser mas libre que estos aborígenes que se desplazaban por estos
lares. Tan vez restringidos por las
leyes de la naturaleza, pero por leyes humanas que se convierten en el lobo del
hombre. ¿Cuál era su moral, cuál era su espiritualidad, en que se aventajaban?
En que Dios creían o en que dioses formalizaban su Fe. Acaso el miedo le
provocaba crear un dios, o es que sentían que el dios sol, luna, estrella,
serranías, sapos, culebras le suministraban algunas confianza o protección.
Aquel escenario se coinvertía para ellos en una cualidad y una certeza para
vivir. No se echaban hacia atras. Parece que sus decisiones no eran para
regresar. Siempre iban de avanzada. Sus maniobras eran de carácter violento
cuando estas requerían de avanzar rápido. Sin embrago, alli estaban en dinámica
y movimiento la naturaleza que va acicalando estallidos eruptivos para
mostrar fuerza y agite en aquellas moléculas humanas. Brisas frescas se
pavonean en aquel acicate pastizal revuelto con la sabanetas y la montañas
cruda de arboles pesados y toninas matas que verdecen el espacio imbuidos de
complicadas faunas y tambien de coloreadas floras.
Piraguas,
canoas, bongos, curiaras: La Dinámica de la vida.
Que se podía decir de aquellos hombres
empalagados por las aguas turbulentas de aquellos grandes ríos que mecanizaban
sus pensamientos. El Amazonas, el Orinucus, el Caroní, El Maipures, El Apure,
el Meta, El Esequibo, El yaruary, Cuyuni, Yocoimal Supamo, Guariche, , El
Oronota, Hualpa, Guanarapano, Carichapo, Guarapiche, Amana, Areo, Tonoro,
Caris, Tigre, Aragua, Uracoa, Morichal Largo, Sinaruco, Iguana, Zuata, Pao,
Caris, carona, Paragua, Caura, Aro, Chichuvero, barrancas, Piacoa, Sacupana,
Aragua, Cocuima, y mas de 600 riachuelos y quebradas abonaban una estrategia
acuática para todas sus acciones fluviales. He alli la gran alimentacion que
tenian todos estos indios que de manera temporal y nómada iban recorriendo
escenarios. Fueron los Baniwas los bares, los piocoas, los panagres, Los hotis,
los Pianares, Los Curripacos, Warekenas, los Yanomamis y Yekua´na que se habian internalizado en aquellos lares
acuáticos para cosechar lo que no habian cosechado como era la pesca.Se habían
formado como pilares de aquella actividad, para corregir por momentos su hambre
y asi amortiguar, la saciedad de su estomago. Trajinaban ciertas distancias,
pero las guas eran una abanico de masas liquidas que desplazaban por aquellos
acantilados que la misma naturaleza iba drenando para estacionarse e ir
proyectándose hacia el océano atlántico o tambien u océano pacifico. La
pintoresca situacion no dejaba entrever otra cosa que una cantidad de animales
jocosos que se iban anidando en aquellas aguas invernales, como aguas veraniegas,
pero alli estaban vírgenes parecidas a una selva sin explorar. Tamaña
delicadeza no se podía esperar. Pero alli estaban los aborígenes cada día
tumbando un jabillo, una ceiba, , un abedul, eran sometido aquellos arboles a
la experiencia del anciano, para que escogiera el árbol propio y maduro , para
esta actividad, o tambien el suegro de aquel que se iniciaba en esta tareas
para llevar a cabo. Se convertían en
labriegos consumados, pero tambien en los grandes pescadores, porque su nombre
se origina del hombre del agua: Warao. Es evidente que estaban pendientes de la
siembra de yuca, batata, maíz y demás arbustos que podían proporciónales
alimentos. Era claro este sentir, pero ellos se habian acostumbrado a una vida
de agua. El agua es vida, y por lo tanto en aquellos sinnúmeros de hoyas
hidrológicas podían conseguir incalculables números de peces, de todos los
tamaños y especies. Por eso su vida consustanciada con el agua le daba espesura
y tambien energía, vitalidad para seguir fondeando todos aquellos azabaches de
agua que la misma naturaleza les habia impartido. No era una agua por ser agua,
si no un agua porque tenia especies vitales, el alimento. Mentes
oxigenadas que le daban chanza para ir aclarando todo aquel
escenario donde se estaban metiendo. Mucho tiempo antes de Cristo, aquellos
hombres y mujeres estaban metidos en
aquellos arsenales de agua cristalina, luego que pasaran las grandes lluvias
fuertes, en aquellos grandes pantanales de agua. Siguen los dias y palmo a
palmo la brega continua, se duerme se descansa, se orina, se caga. Se come, se
trabaja, se busca, se caza, se juntas, se aparean hombres y mujeres, y vuelve
de nuevo la silueta del día. Un vendaval
de hechos y posturas ha tomado aquellas montañas, riachuelos, ríos,
lagunas y senderos. Van tomando perfil ante la presencia de aquel antropo que
habia incursionado estos arreboles de aguas sempiternas que desde los
cataclismos inoculados en la misma naturaleza van saboreando el trajinar de los
aires, de la luz, las tinieblas, de los animales y ahora del mismo hombre que
pisa, siente, acomoda, obliga, marcha, contramarcha, balbucea, aquellas oleadas
aguas que suenan en aquellos áridos
tormento de los escenarios que balbucean por la troquelada situacion de las
aguas. Nada mas ciertos que amanecer bajo unas galopante armazón de aguas
claras. Nada mas ciertos que sentir el tintineó de un chubasco agraviado por
las sondas del cielo, nada mas incierto que sentirse protegido por palos de
aguas sin mesura y sin detenimiento cuando la naturaleza esta bravía, porque
brava se pone y no hay nadie que detenga sus actitudes. La naturaleza es
ingobernable y tiene sus leyes que poco a poco el hombre va descubriendo o
encontrándose con ella. A pesar de esto los aborígenes que no tenian muy
claros los contenidos de la naturaleza
vivían el instinto de de la fuerza cósmica que ella engendraba. Alli estaba el
reto que aquellos hombres tenian sobre aquellas aguas sapienciales que
distraían los atolondrados movimientos de aquellos animales y hombre que se
desplazaban en bohíos, curiaras, ciertas barcas que eran productos tambien de
aquellos arsenales arboles que cobijaban aquella siniestra ensenadas de
naufragios, perpetrado por las perpetuas entradas que casi todos los dias
balbuceaban los aborígenes sobre aquellas estacas de palos nadando sobre muchas
corrientes de aguas fluviales que
deparaban todos los dias en sus faenas controvertidas por un objetivos como era
la gastronomía y el conocimiento de otros escenarios donde existiera otros
tipos de animales para cuadrar alli su abundante pesca que se cernía sobre
aquellos musculosos hombres del agua. Aquella
linfa tenia un proposito, hacer que el
nado existiera, pero que tambien existieran aquellos hombres de lejanos sitios.
Este liquido habia permitido un acercamiento del hombre a este mundo inhóspito.
Sin agua no existe, ni las hierbas, ni los animales, ni los hombres. He alli la
tremendura de los bongos, de las curiaras, de las canoas que salpicaban los
cajones de los ríos, y tambien de las quebradas risueñas que brindaban canales
de aguas para morir en los brazos arqueados del Rio Orinoco, y de los grandes
proscenios que surcaban el escenario de la Orinoquia.
Botes
adentro y Caminata Hacia Ortoirioide y Maturín.
Amargos momentos les tocara a aquellos gnomos que
van traficando los escenarios para convertirse en elementos de vida en aquellas
enconadas selvas, plazoletas, sabanas, montañas erguidas de sorpresas para
aquella gente que no mengua el pasi trote de la vida, del amanecer y del
oscurecer. Alli van tenues con sus
miradas límpidas sobre aquellas escenas que son blanco de chispas para sus
adentros pensamiento jamás imaginables en su coqueta experiencia con el pasado.
---remo adentro ¡Bote adentro ----grita un indio acollarado por el sol que le
salpica sobre aquellos lomos luminosos por los rayos de un sol castigador. No
es fortuita su enérgica razón cuando se
sabe que palmotear la lucha es una cuestión de todos los dias sin
descanso. Miles de años tiene esta raza que penetro por Alaska, y se a ido
diversificando a lo largo y ancho de aquel continente que todavia no tiene
nombre, porque dichos aborígenes no entienden que cosa es un continente, porque
su vocabulario no esta asentado para esas nimiedades que en alguna oportunidad algunos hombre quisieron
bautizar grandes extensiones de tierras y decir, se debe a que yo explore estas tierras. Ese no es su
lenguaje, su lenguaje es otro. Y por eso el indio Guato exclama:--¡Yo no saber
que cosa es esa, yo saber que tengo una mirada hacia adelante, y esa mirada ira
siempre adelante, porque hay mucha hermosuras que todavia no conozco¡--- Ante
un cielo abierto y unas espesuras
tingladas por la belleza, no le queda a Guato ir encontrándose poco a poco
mas bellezas, que aquella dinámica naturaleza le habia puesto en los brazaletes
de sus ojos. Aquella mirada fija al
trote que iba con 8 curiaras, Guato en aquel palanquear de las curiaras va
tendiendo de lado a lado una gravitada sonrisa, le llamaba la atención a aquellos palanqueros
que habian aprendido el nado desde sus antaño congéneres. Un pensamiento del
pasado le iba hilvanando muchas ideas por las cuales luchaba cada día. De vez
en cuando tragaba la nostalgia de hermosos dias
donde todo le parecía claro, pero el dilema de la vida muchas veces la
atosigaba la inspiración de la lucha. Desmayar no era su proposito, porque
Guato siempre estaba atento a aquel porvenir que le sugería aquellas floreadas
tierras que amanecían llenas de pájaros , animales, y la plantas embellecidas
por los chubasco de aguas agrestes que
se daban en aquellos altibajos y altos matorrales envueltos en seniles arboles
y hierbas verdecitas con el aguijón del agua y del sol. Asi va observando Guato aquellos escenarios
que pario la naturaleza. Un cierto yoismo se le estaba levantando en su
interno. Ser como dueño y señor de aquellas regaladas ensenadas que solo el
concierto de la tierra le habia permitido establecerse en aquellas zonas
boscosas. Ya habia unas grandes rancherías en todo el costo de los Ríos, y
sobre todo del Orinucus. Rancherías y bohíos van nutriendo la ensenada de
aquellas tierras inhóspitas que solo los
animales salvajes podrían sobrevivir en aquellas ensenadas que se están
ubicando Rio adentro, para hacer océano adentro. Habia toda una planicie entre Ortoirioide
y los riachuelos del Rio Orinucus. Asi habian conocido los primeros habitantes
lo que hoy se denomina Trinidad y Tobago. Saltar de los botes a tierra firme
implicaba ir de nado en nado, era ir de riachuelo en riachuelo, era ir
brincando espacios secos, pero también espacios llenos de agua, donde la baba,
el caimán, la raya, el temblador hacia de la suyas. Inmensa cantidades de peces
que hoy en día no tienen nombre era lo que estaba virgen en aquellas soledades
solamente habitadas por la especie animal y la vegetal. Los aborígenes no tenian
esa capacidad mental para ponerle tanto nombre a cuanta especie revoloteaba
sobre aquellas aguas que casi se parecían a un infierno rodando entre curvas, y
abismos, y ruleteando las aguas a un sinfín de áreas aletargadas por las brisas del norte y del este.
Alli van empujando las piraguas, pero la caída de agua permite avanzar mas
rápido, el problema se le presentaba cuando querían remontar el rio, no lo
hacían en tiempo de lluvia porque sabían que remontar era pelear contra la
corriente. Iban descubriendo poco a poco ensenadas de de aguas que le caían
directamente al Rio Orinucus. Van pasando los años y van avanzando, es tanto
asi que las tierras de trinidad y Tobago estaban unidas y hasta allá habian
llegado los aborígenes ortoirioide. Allí en aquellos espacios habian
construidos varias rancherías, se habian convertido en señores y reyes de
aquellos escenarios; luego que el tiempo y el alejamiento de la Isla se habia
fracturado, muchos aborígenes habian quedado atrapados en aquellas solariegas
aguas, que formaron lo que hoy Trinidad y Tobago. Alli se habian formalizados
los caribes (nopoya y supoya) mientras
que Tobago estaba poblada por los kalugos. El nombre indígena de Trinidad era
Kairi o Leré cuyo significado habría sido "Tierra de colibríes" o acaso
simplemente la Isla. Sin embargo todos eran descendiente de una misma raza.
Kudata habia sido un gran Indio que se habia
mantenido entre los islote de Trinidad y el Delta de Orinucus. Habia tenido un
padre que habia sido Cacique de aquellas áreas y se habia hecho dueño de las
aguas entre Trinidad y Delta del Orinucus. Este Cacique habia tenido ciertas
luchas con los indios waraos. Habian ido perdiendo la descendencia por los
aislamiento que se realizaban con el tiempo, pero los genes eran de una misma
raza, de una misma nación. La intrepidez del tiempo habia obligado a traves de terremotos
y cataclismos aislar ciertos rancheríos que estaban alineadas en un mismo son y
una misma cultura, y una misma vivencia. Los Caribes se habian comenzado a
formar a partir de caer en los espacio mas hacia el Noreste de la Tierra de
Gracia. Se habian convertidos en unos indios indomables, antropófagos, fuertes,
valientes, pero sus antropofagia no era
por hacerla, era en ciertos rituales y determinados momentos. Estos caribes
habian engendrando muchos hombres fuertes como los indios Guarapiche, Amana,
Maturín, y Guanipa. Cada uno de ellos habian nacido en determinados momentos de
la historia. Estos caciques habian poblado y repoblado de rancherías aquellos parajes solitarios de la parte Sur
del estado Monagas, pero tambien la parte Este del Rio Orinucus. Habian
invadido los escenarios, aunque hubiera algunas rancherías que apenas tuvieran
20 personas era suficiente, ellos usaban muchas estrategias para vivir en
aquellos parajes. Alli se encontraban los niños, los ancianos, las mujeres y
algunos jóvenes. Cabalgaban aquellas escenas que solo el silencio de la tierra
les apreciaba. Alli dormían, comían, se apareaban, es decir alli tenian sus
relaciones sexuales. He alli la india que iba teniendo sus niños, en aquellos
bejucales y montes ladinos de mosquitos, moscas, zancudos. Eran terrenos
fértiles, pero tierras plagadas de muchos mosquitos, tábanos, hormigas,
culebras, lombrices, y muchos parásitos salvajes que hervían como gusanera en
cadáver. Se habian acostumbrado a aquel hábitat, un hábitat muy cerca de las
aguas fluviales de algún rio o quebrada. El chillido de los niños era a todo
momento: ------ ¡ Ahhhhhhhh,
jajajjajajajaj, ñao, ñao ñao!-
Alli ariscos con las lluvias y sudado por las
tempestades de los veranos calurosos. Nerviosos , muchos enfermos y los
padecimiento que padecían para sobrevivir, aquellos hombres semisalvajes,
desnudaos, sin calzado, con flechas en manos, las mayoría, aquellos dientes
picados por el escorbuto, aquellas manos callosas, aquellos cuerpos hediondo a
burundanga, aquellos senos de la mujeres como trapo seco o teta de vacas
arrugadas, aquellos olores nauseabundo que expelían sus cuerpos porque en
aquellos tiempo no habia jabones de olores, ni nada por estilo, aquellas
mujeres con la regla , la sangre le corria
por entre las piernas . Se
limpiaban con el drago cuando el atardecer se avecinaba. No podían ser tocadas por
aquellos hombres cebados al sexo, sin limitaciones. Su alimentacion el pescado
que agarraban en cualquier sitio de
caño, quebrado rio. Su comida estaba al alcance de la carta. La cocería era
continua. Todos los dias tenian que salir a cazar, era una brega indetenible.
El arco, la flecha y el chusmo, no cesaba de cubrir las necesidades de la
gastronomía. Tenían sus movimiento, pero tambien tenian sus descansos. El indio
cazador buscaba descansar sobre sus chinchorros que fabricaba con las hojas de
palmeras. Alli podía tribular sus sueños, pagar su cansancio e incorporarse de
nuevo a sus quehaceres cotidianos. Los primitivos
chinchorros los confeccionaban pro un procedimiento igual a los de moriche
actual, es decir pasando tres hebras alrededor de dos palos no muy gruesos
clavados en la tierra a distancia de trece cuartas para empezar tejiendo las
mallas a medio nudo y continuarlas enlazadas entre sí sin anudarlas hasta
obtener el ancho requerido, luego formaban grupitos con las cuerdas de los
extremos por donde iban colocando las cabuyeras de las cabeceras. También se
fabrican uniendo las mallas a medio nudo o a nudo completo o en forma de
cadeneta concluyendo en el centro con una tripa, estos métodos fueron
desplazados por los telares que todavía se usan y que consisten en cuatro
palos, "varas" apoyadas en la pared, dos verticales llamadas
largueros, dos horizontales llamadas travesaños, ambos con muescas para
aumentar o disminuir el tamaño y unidas por amarras o clavijas. El
Chinchorro es una posesión imprescindible del Warao pues lo lleva consigo
cuando pasa la noche fuera y lo acompaña después de morir ya que es amortajado
en su propio chinchorro.
Se elabora en telares de bastidores verticales en
punto de red, los hilos los forman torciendo una a una las finas tiras que se
han sacado de las hojas del moriche previamente hervido y secado al sol.
Apoyados en la dinámica de la sabiduria que los mismos escenarios le iban
ofreciendo, ellos iban asimilando contenido sabios parra ir mejorando su
vivencia en el ardid de aquel contemplando horizonte. No mengua la sabiduria
que se iba obteniendo, y se pone en práctica a través de la técnica que los
aborígenes iban desarrollando, un alcance irrefutable para mejorar su condición
de vida. Alli va creciendo su cultura y sus manifestaciones técnicas. Se aloja
la ciencia y avanzan en crecimiento y estatura.
Se abrió el camino y el camino no se hace fácil, pero el martilleo de la
inteligencia va creciendo en aquellos chorizos hombre que habian nacido de la
nada. Podían tener turbulencias mentales, pero el sostenido embrión de la vida,
los llevaria por mejores senderos. Están creciendo, pero el crecimiento no
enajena las soluciones posibles, no son rápidas, pero los abultados senderos y
el cobijo de las necesidad los va abrigando, nada es eterno solo el Creador de
todo aquellos que existe. Habian cobijados otros senderos, habían llegado a
Trinidad y ya estaban en las tierras de Maturín. El ajetreo caminar a orillas
de Orinucus, habia abierto un abanico de rancherías, que luego se dispersarían
como los judíos en diásporas terrenales y con abiertos horizontes de selvas y
senderos con la novedad del antropos.
La
vivencia en otro Lateral.
Se
sincroniza la llanura con las mesetas, se besan las alturas con los sabanales,
se mengua la gramínea y comienza a aletear los bosques con la montañas, grandes
riachuelos van surcando aquellos sabanales, pero se apertura las montañas donde
el rugidos de ríos vírgenes galopan con aguazales interminables. Alli gravitan
enormes arboles que se parecen a una babel en tiempo de soberbia y orgullo.
Tangible es el cielo con la tierra, la menudencia de la sabana va apertrechando
medios para que los aborígenes que se van desplazando en aquellas aquilatadas
sabanas y riachuelos tengan un porvenir mejor. Fueron a las tierras de Trinidad
y el Delta del Orinucus y ahora se
venían desplazando poco a poco por aquellos laderales y montes que el fugitivo
tiempo los habia enriquecido. La turba melancólica de la vida hacia estos
trámites. Galopan y se convierten en portátiles sujetos de la esperanza.
Guarnecen en una tierra libre, sin mojones, ni estantes, ni alambradas, ni
tabiques, ni palenques que le brinden atajo. Alli formalizan chozas, bohíos y
rancherías. No es una legión, es una agrupación como punta de lanza que va
abracando escenas y montes que estuvieran cerca de los ríos y riachuelos, Eran
hombres de agua, sin agua no podían vivir, ni sobrevivir. Se abre un vericueto
de parajes. La misma naturaleza los ha creado, y el mismo aborigen los va
transformando en una cultura para su vivencia. El sollozo de aquellos seres, va
limpiando los sabanales de fierras tercas y bravías, el leopardo, la danta, el
león va tomando largueza y se van acomodando en mogotes, donde se hacen
fuertes. Ahora son sus guaridas ante el instinto bravío de la lanza, la piedra,
la macana y el veneno que aquellos indigentes hombres de la Orinoquia y de la Amazonia
iban perforando en aquel escenario. No hay tregua para quedarse amparados en un
estanco. La libertad jugaba un papel importante en aquellos sombríos hombres de
la selva. Sin embargo, la selva, la naturaleza les acogotaba con sus complicados
obstáculos que les ponía en el camino. El grito de él aborigen se escuchaba en aquellos
matorrales complejos de muchos animales: ---Gua, Gua, Gua, Gua----- se
escuchaba en aquellas lejanías sin fronteras, en aquellos campos dorados
amparados por el merey, el guácimo. El cartan, el guaritoto e, cardón, la tuna,
la ceiba, la tua, tua, el cereipo, el manteco. Habia toda una flora abanicada
por miles de especies vegetales. La rauda visión de aquellos hombres de la
nomadia se insertaba sobre aplomadas tierras que le sirvieran para hacer vida
su existencia. El escenario era virgen para ellos, y se habian desplazado por
las fronteras de ríos, albuferas y demás riachuelos donde la ninfa de la
existencia les hiciera vivir, crecer y desarrollarse. Habian llegado una
agrupación en un paraje de un Rio, que con tiempo tomaría el nombre de Iunipa,
esto en honor al Gran Cacique que con el tiempo nacería en aquel paraje
solitario, pero muy aquilatado por las guas que venían de aquella culebra de
agua deslizándose por aquellos montes y sabanas que con el tiempo tomaría el nombre
de Guanipa. Alli hicieron un cerco, para establecer algunos bohíos y rancherías
que perpetuarían un tiempo pata instalarse tambien a lo largo de aquel sabanal
buscando la parte Suroeste de aquel rio que nacía en la cabecera del escenario
que con el tiempo se llamaria Cachipo.Y alli en aquel boquete del Gran Rio
desembocaría junto a la aguas macilentas del Mar Caribe.
Génesis
de una Familia que se Batanea sobre El Escenario.
La
tranquilidad puede reinar, pero sobre la faz de la tierra, nada esta tranquilo,
todo esta en un movimiento sin detenimiento, porque la vida y el espacio sideral
es todo un movimiento en aceleración constante. He aquí que cuando llega
aquella rama de los caribes a esta área comienza una genealogía. Una genealogía
que se prolonga en casi mil trescientos años. Habia llegado a aquel sitio
Guatoco, y Guatoco habia engendrado a
Guaiño, y Guaiño engendro a Bucare y Bucare engendro a Huaco y a Baco, de alli
nacio una generación que se disperso por todo lo que se llama el escenario de
Guarapiche y Amanas. Estos nombres se deben a la particularidad de dos caciques que se
entrecruzaron familiarmente en sus bosquejos de un reinado. Ellos lucharon en su debido tiempo.
Lucharon denodadamente para establecer el reinado del Kasseqa (Kaseqa en
dialecto Warao: Cacique: jefe de tribus, de rancherías). No habia tales
costumbres, pero la costumbre iba haciendo la ley y la ley el control de las
rancherías que se iba levantando en aquella zonal existencia del hombre Caribe
(Caribe: nómada, hombre de la conquista, invasor). De alli que ellos habian tenido luchas con
waraos y demás tribus que habian perdido el sentido generacional de ellos,
aunque vinieran de una misma raíz. Los caribes se habian convertido en unos
nómadas sin paragón, algún gen habia estropeado su forma de ser. Algún gen
habia transformado sus cromosomas y les
habia dado algún estereotipos de
ser unos hombres y mujeres de no tener
tranquilidad en ningún sitio. Alli en aquel escenario había nacido Uinipa quien
se convertiría en el Kaseqa de aquella blanca escena de noches trasnochadas. La
mama de Uinipa era Cora, y su papa un legendario indio que conocía todos los
escenarios de lo que es hoy el estado Monagas. Se llamaba Guipa. Guipa habia
tenido siete hijos: cuatro varones y tres hembras. Alli cerca de aquella
desembocadura del rio habia establecido una ranchería que se caracterizaba por
la bravía conducta de un aborigen que no temía a los peligros tantos naturales
como a los hombres de aquel primitivismo lacerado. La generación se iba
desarrollándose, podía haber peste, muertes, epidemias, pero la generación iba
creciendo. Iba creciendo en aquellos hontanares sitios que pivoteaba la misma
naturaleza. Alli nacían niños y niñas aborígenes, se desarrollaban según el
hábitat de aquellos palmares, bosques. Alli la mujer tenian sus apareamientos
con sus vernáculos machos, alli crecían con los pechos lánguidos de aquellas
mujeres desnudas y apenas tapadas en la partes intimas con alguna enagua
secadas de algodoncillo sabaneros. El tremolar de la vida era ordinario. Según
su mentalidad y costumbre no habia otro escenario. Ese era el escenario, y ese
escenario lo vivían alpargatados por la lisonja del tiempo. Novicia era la
noche, pero fuerte eran los dias que se tenian que vivir en aquel trémulo
escenario de los miles de pájaros que se anidaban en cualquier arbusto. El loro
estornudaba en aquellos parajes silencioso, el bufido del el tigre se
inmutaba en aquellas lejanías esotéricas.
Un silencio mustio se apreciaba en las noches bravías de los invierno. Alli en
aquel medanal habia nacido Uinipa. Era un niño flaco, color grisáceo como un
camaleón sabanero. Ojos huidizos como palometas del mar. Brazos aguerridos como
las palmas de una pantera. Labios abultados como el tuqueque sabanero. Piernas
de gacelas como un venado en pleno recorrido. Alli estaba aquel niño que habia
nacido en un chinchorro bajo un aguacero de tingladas tormentas y ventoleras sin contemplación.
Aquellos rayos que laceraban la noche, y un vibración de estruendo se esparcía
por aquellos sabanales; mientras la madre Cora, hacia esfuerzo para arrojarlo
en aquellos escenarios de Olimpo. Su padre atento y alli presto para agarrar el
niño que salía de aquella insolente matriz abanicado por la placenta, agarro
una paleta y corto el cordón umbilical , lo agarro y luego lo amarro formando
un nudo para que se cicatrizara con algunas emulsiones de aceite de
matapalo. Ya el piache de aquellas rancherías como era Guatopo habia ido
hasta allá para aplicar sus medicamentos rutinarios cuando naciera un niño
aborigen. Fue, y luego entrego el niño al Rio, que luego llevaria el nombre de
Iunipa, nombre que con el tiempo los conquistadores europeos de aquellos
sabanales, le cambiarían el nombre. El momento de Uinipa , era un momento muy
preciado para él, su madre Cora y su padre Guipa jamás habian soñado que este
fuera con el tiempo un cacique. Tenia que someterse despues con el tiempo a
grandes pruebas: las pruebas eran tres. Se trataba de un Cacique Caribes. Este
caso particular cada grupo o rancherías elegía su jefe o Kaseqa, lo cual el
cargo se le hacía vitalicio. Ordinariamente
era el individuo que se distinguiera por su valentía y resistencia. Los
caribes eran muy severos en su elección de su Kaseqa. Antes de conferirle la
autoridad a Uinipa lo sometieron a la
prueba de un ayuno, que duro varios dias; en segundo lugar lo obligaron a tomar
pócimas amarga, hecha de varias hierbas, y algunas sustancias de algunos animales
salvajes. Iunipa no se inmuto o mostro asco por aquella bebida repugnante a la
cual habia sido sometido; y en tercer lugar,
hicieron que su cuerpo pasara por las pruebas de las hormigas bravas
hasta que resistiera un tiempo prudencial (1).. Solamente para
este acto del Kasseqasgo en esta lides de la Orinoquia y la parte este de la
Orinoquia eran los hombres, guapos y
valientes. Todavia las mujeres no podían ejercer de Kaseqa en este escenario;
aunque habia otros escenarios donde
podían ser Kaseqa. Iunipa ahora se coronaba como un jefe para dominar
toda la extensión de aquella mesa, y tambien toda la extensión de aquella hoya
hidrológica. Habia comenzado con abrir espacios hasta llegar a Cachipo. Las
rancherías que habia formado en aquel palenque territorio no tenía nombre.
Decía a sus gallardo hombre y mujeres.----- ¡Yo buscar adentrarme por el canal
de estas aguas, hasta encontrar un principio-¡ Poco a poco iba minando aquel
territorio. Un territorio llano, pero iba siguiendo los pasos de aquel camaleón
de agua, que relinchaba en aquellos sabanales hasta desembocar en las Islas
estuarios cerca del Delta, alli casi llegando al Golfo de paria. Su trabajo era
poco a poco, no tenia prisa, para ello
no habia ninguna rapidez a pesar de ser un aborigen Caribe, estaba presto para
combatir cualquier situacion que se tornara difícil. Se fue guiando por
aquellas turbulentas aguas que se frotaban contra aquellos cangilones
sabaneros. En cada caminata Iunipa llevaba cerca de 20 hombres, para poder
explorar aquel escenario. Tiraba la mirada en la lejanía y notaba un cielo
pegando contra las gramíneas verdes que se solapaban en aquella llanura. A
medida que iba avanzando, le daba espacio para ir formalizando rancherías. Era
el jefe de la Rancherías que quedaban en la boca del Rio, pero eso no
significaba que con ella conquistara toda la zona. Necesitaba como buen Caribe,
ir invadiendo territorio cuando aquellos territorios estaban vírgenes y servían
de muchos propósitos para su vida nómada cargadas de mucha comida y árboles
frutales. Alli habia una gran vida y esto le interesabas a Uinipa. El
crecimiento de personas en población no
era exagerado, pero permitía un alcance de territorio y ellos estaban dando
pasos para este tipo de conquista.
Las
Batallas de Uinipa.-
Se
iba acrisolando la vetusta vida de
Uinipa: había nacido para la lucha, desde pequeños sus padres lo notaban
como un muchacho aguerrido, valiente, decidido y sin miedo. Era un muchacho
maranto y de muy buenos sentimiento ante aquellas rancherías que se habian
formalizado por obra y gracias de
aquellos aborígenes que habian balbuceados estos recónditos montes mas acá de
la Orinoquia. Los aprendizajes que iba adquiriendo Uinipa se los debía a sus
padre, que se habia convertido en un valiente guerrero en aquellas solapadas
tierras. Era una persona muy atenta para el aprendizaje, cuando los ancianos
hablaban Uinipa se sentaba en el suelo y cabeza cabizbajo y con el oído parado
ponía muy atención sobre aquellas hazañas que contaban aquellos sabios de los momentos
de antaño. Siempre ponía mucha atención. No era un indio que se dispersaba con
los otros jóvenes, al parecer Uinipa tenia un atractivo para tales detalles. El
ambiente le parecía impregnado de tibieza y serenidad, mesclado con el
claroscuro confuso que separa la noche de la tarde. Pero alli estaba dispuesto
a entender aquellos misterios que la misma naturaleza le iba ofreciendo. Había
entrado en una tertulia con el silencio, y el silencio le iba indicando los
sabores y sinsabores de la vida y las oportunidades que le podía brindar la
vivencia de una comunidad que se había abrogado un tipo de carácter como el de él.
El ajetreo tambien de la vida le iba enseñando las ensenadas de la vivencia y
de la existencia. Todo iba encaminado a que los ajetreos tuvieran un valor
inescrutable para la lucha, y el amanecer de un nuevo día Iunipa tenia sus
propios valores aunque habia alcanzado muchos con los seres que le rodeaban.
Tal vez nunca se habia hablado de que podía ser un cacique o que podía tener a
su cargo un dominio como el de ser Kaseqa. La vida le estaba brindando una
oportunidad, y él era esa oportunidad que le ofrecía aquella faceta de la vida.
Alli meditando en aquellos lodazales de sabanas, mas acá de la Orinoquia
pensaba: ---“Oh suelos maternos¡ ¡ Oh espacio abierto y sin Kaseqa¡ ¡ Oh dios
sol¡ Eres la salivación de nuestra tierra¡ ¡ Oh luna Clara , que atraviesa
estas tierras cuando la noche es negra y silenciosa ¡. ___” Esto decía Iunipa
en aquellos acalorados silencios de aquella ignominiosa área que estaba por
aventurase a una nueva visión con los antropos dentro de su silente escenario.
Se remontaba hasta las hazañas que le habían contado aquellos abuelos de las
lejanas costumbres, pero alli estaba la sensatez con Uinipa. No tenía otra
alternativa que ofrecerse para defender a su raza bravia que ya estaba anclada
en aquella zona. Sus antecesores habian traído la vida del hombre a aquellos
sitiales donde brillan miles de pájaros altaneros, muchas serpientes que anidan
venenos en sus dientes ofídicos. Miles de arboles aterciopelados por la maraña
del tiempo les daban cobijo cuando los dias se tornaban amargos y celados por
la incógnita de los dias. De alguna manera le salía a Iunipia un pensamiento
aquelarrito por la inoficiosa mente agreste que tenia cuando de algo bueno se
podía meditar en aquel escenario que las novicia noches le podría brindar: “
--¡ Yo seré el Kaseqa de esta regiones, tengo que revelar a mis hermanos el
misterio de este poder que esta en mí, pero ellos me van a dar el voto de confianza para
echar adelante este misterio de la fuerza y la defensa. Ya es tiempo que salga
adelante un baluarte de estas hermosas planicies, y sean protegidas con mi
fuerza y valentía ¡”-----. Iunipa se
habia visto rodeado de seres sufrientes; pero tantos, tantos, desde su infancia, desde que habia tenido uso
de razón.
Su tarea habia comenzado con la investigación del
Rio que con el tiempo se llamaria como él, El Rio Uinipa, que luego con el
transcurrir del tiempo; los invasores
españoles le pondrían por Guanipa. El Rio habia sido de alguna manera el
principio de vida de aquellos otros invasores como eran los Caribes.
El
curso del Rio, con sus 340 kilómetros de largo, que en los tiempos antes de la
llegada de los caribes no tenia lo mismos aspecto para cuando habian llegado
los caribes a esta zona. Este rio habia sido alterados por las aguas acumuladas
a lo largo y ancho de aquella mesa que se volvía inhóspita de agua en tiempo de
invierno. Eran aguas que se permeaban en todo aquel escenario donde los
animales de grandes proporciones tenian que salir en voladilla hacia otros sitiales
en que guarecerse aunque siempre estaban pendiente de succionar aguas de este
rio en tiempo de verano. En tiempo de el Kaseqa Uinipa este rio tenia una
descabelladla corriente, porque no nacía en Cachipo, si no que nacía mas acá,
menos de 50 kilómetros de los cuales tiene establecido ahora. Por eso cuando
Iunipa se va desplazando por aquel rio, las caminatas que hacía no eran tan distanciada como la que existen ahora. El
iba vadeando la zona orillada de aquel Rio. Algunos trazos de aquel rio se
podían navegar, pero no siempre se podía navegar, porque a veces las aguas bajaban
tanto que las curiaras, bongos y demás entes navales se podían quedar atracados
en cualquier espacio donde las aguas no eran profundas en aquel cajon de agua
que se mantenía fuerte en tiempos de lluvia. La influencia de una naturaleza
virgen y sin la detracción del hombre, se podía mantener con unas aguas
totalmente limpias, aunque en invierno era barro, y desprendimiento de maderas
podridas, toletes, y el morir de muchos animales ahogados que luego los iba recogiendo aquellas
turbulentas aguas y los vaciaba en aquel cajon que luego los desembocaría en
aquellas praderas de solapadas aguas al encontrarse lo dulce con lo salado.
Otra batalla que habia presentado Iunipa ante la
vida habia sido recorrer todo el espacio geográfico de aquel aletargado
escenario donde la vista se perdía en el silencio de aquellas áridas tierras
cubiertas de manteco, merey, pardillo, jobo, tártago, paja gramínea, y muchos
riachuelos sembrados por la osadía del tiempo y las catástrofes climáticas que
se fueron avecinando con el tiempo. Entrar en aquel vacio destemplado de seres
humanos, lo iba consternando ante muchos propósitos que tenia Iunipa. Tenia que
romper in orden de ideas que habia madurado con el tiempo, pero enfrentarse a
un área, tenia que vencer los miedos que le podían situar en una confrontación
difícil, habia escuchado que ciertos Waraos habian invadido estas tierras, pero
no era cierto, eran cosas de rumores y el mismo tenia que cerciorarse, porque
ya el celaje de la conquista estaba dado y Iunipa tenia que ir adelante con
aquella hazaña. Cierto día Iunipa preparo una misión para penetrar por los
lados del Rio Tigre. Se fue costeando lo que es hoy la zona fronteriza entre el
estado Anzoátegui y la zona de Monagas. Cubiertos del plumaje de loros, garzas
y y aguaitacaminos, formo una legión y comenzó a dar pasos rápidos por aquellos
vados que tenian aguas en tremedales. Era tiempo de inviernos y los tiempos de
inviernos en aquello sabanales creaban tropiezos para hacer una caminata muy
obstaculizadas, por los temporales de aguas que se formalizaban sobre aquel
escenarios donde las planicies de aquel estereotipado escenarios creaba choque
con el caminar de aquellos seres que se estaban estrenando para una vivencia
sobre aquellos escenarios propensos de mucha soledad y de muchas tierras
lampiñas de bosques y matas que pudieran superar los sabanales. Uinipa no detenía el tren se su vida como un
Anubis egipcio que se vislumbraba por
muchos acontecimientos que se podían acarrear en aquel soleado parque de la
naturaleza. Parque por s i muy
extensivo. Su caminata la habia comenzado desde aquel paraje de ranchería, fue
introduciendo mesa adentro hasta llegar a las orilla del Orinucus, por donde es
actualmente el pueblo de Soledad. Alli en aquella trinchera de agua se puso a
contemplar al Gran Rio Orinucus. Habia notado que de aquel lado habian muchas
rancherías extendida de los Waraos, de alguna manera estaba expiando aquellas rancherías.
Tuvo la suerte que los Waraos no pudieron observar su presencia, si no su
existencia se hubiera puesto en un aprieto. Pudo salir de aquellos paraje a
altas horas de la noche cuando los Waraos no estaban presente por aquellos
pajonales, ni mucho menos por aquellos riachuelos donde el invierno hacia de la
suya, pero que los Waraos de alguna manera eran los hombre del agua. Muy poco
les importaba si habia grandes invierno o habia tiempo de verano, para ellos
acostumbrados a aquellos escenarios, eso ni le venía, ni les iba. Lo arriesgado
fue lo que hizo Uinipa con aquellos hombre, que eran uno 20 hombres, bien
armados hasta los dientes, con flechas, macanas y demás enseres para un combate
de hombres aborígenes. De regreso habia tomado aquellos solitarios pajonales de
vez en cuando, e iban saltando de un lugar a otro. Habian tomado una caminata
de animales. En aquella noche tuvieron que lidiar con muchos animales, aquellos
escenarios estaban minados de dantas, culebras, tigres, jaguares y leones y
cuanta piraña podían estar presente en aquella caminata, silenciosa, para poder
llegar al paraje donde vivia. Casi dos dias paso Uinipa en aquella lejanía para
luego internarse en sus patinaderos, donde estaba asegurado por la cantidad de
rancherías que se habian formado casi en la Boca del Rio que luego
llevaria su nombre. Cansado y con una
gran fiebre habia llegado a su hábitat. Alli tenian su piaches, que le podían
dar algunas pócimas para mejorar la salud quebrantada que habia tenido en aquel
desplazamiento sin tregua, sin embargo, ya tenia una idea de cuál será su
escenario para luego conquistarlo.
La
conquista de la Mesa.
Después
de hacer a algunas consultas con los dioses y haber hablado con muchos piaches
en su territorio, Uninipa prepara una
nueva aventura, la aventura se
trataba de extender sus dominios sobre
aquella mesa. En este sentido Uinipa estaba preparando un gran proposito,
extender sus dominios a otras áreas. Después de haber estado en las orillas de
aquel gran Rio, Uinipa habia encontrado toda una zona despejado de aborígenes,
y era el gran momento para actuar. Hacer una conquista a la Mesa significaba un
tiempo de reflexión. Además de esto, tenia el proposito de ir sembrando de
rancherías todo aquel territorio. Como
se sabe Uinipa era de origen Caribe;
aunque todas las tribus tenian un solo origen, sin embargo, el alejamiento de
unas tribus con las otras iba creando una situacion de ruptura de las
costumbres y la idiosincrasia, dialectos, motivaciones y conductas. Y esto mas
que todo lo hacia el escenario geográfico. Por eso en lo que es hoy el estado
Anzoátegui en tiempo de los aborígenes habian cerca de 50 dialectos en una
proporción demográfica de 10 mil
aborígenes. Para esta conquista Uinipa
busco los hombres más diestros para semejante hazaña. Busco mujeres y hombre
que en un mes aproximado pudieran abarcar toda aquella territoriedad. Una
ranchería se podía componer de 20 personas, y alli se agrupaban mujeres, hombres, y niños. Para un Caribe no habia
problemas con este tipo de vida. Ellos eran personas nómadas. El nomadismo en
ellos era una conducta, era un proceder. Era un portátilismo que tenia sus
consecuencias como raza humana. En esa formas no dejaban ningún legado, pero
Uinipa quería en esta ocasión dejara un legado. El legado eran las rancherías
que habia de sembrar en toda aquella territoriedad, el legado del rio; y
tambien el legado de aquella gran Mesa que se veía inabarcable por las
espesuras de los cielos. Con quistar la Mesa le costaba mucho esfuerzo, pero
tambien mucha sabiduria, para cobijar todo aquel sabanal. Se necesitaba
una voluntad férrea para tal cometido; para esto Uinipa tenia
este valor inquebrantable para luchar por dicha hazaña. Ya Uinipa tenía sus hijos y tambien
su mujer. Ellos quedarían en aquel triangulo que forman los Ríos San Juan,
Amana, y Guanipa que sería con la posteridad el nombre de Él. El comenzó a
batanear todos aquellos lugares mas cercanos, pero para profundizar Mesa
adentro, tuvo que preparar de nuevo una misión. Esta misión consistía en
preparar denodadamente unos cuantos hombres, pero ir llevando a cabo la
expansión de rancheríos y asi poder cubrir el área de rancherías, por supuesto
que Uinipa no tenian una inmensa cantidad de aborígenes, pero si podía con los
de Guarapiche y Amana formalizar una gran aventura. Ya la suerte estaba echada
y lo que se requería era de valor y decisión para aquel lance el cual ya estaba
propuesto. Uinipa comenzó por disciplinar un grupo de hombres. Estos hombres
serían como unos gladiadores, que fueran hombres de peleas y de mucho valor
físico para entrompar cualquier situacion que se le presentara en aquel
escenario. No podía ser de otra manera, alli no se necesitaba ningunos
enclenque o bobos para tomar esta decisión. Eran hombres que tenian que estar
llenos de vigor para aquella cometida primera que iba a hacer en una
exploración relámpago de varios dias, si aquello lo acreditaba. Asi fue cuando
aquel Cacique comenzó a adentrase hacia la parte Suroeste, yendo hacia los
acantilados de el Rio El Tigre, los farallones de Chimire y desplazándose hacia
los territorio que todavia no habian sido del indio Pariagua, porque el indio
Pariagua nacio varios lustros despues de Iunipa. El espacio sin límite se
prestaba para que Iunipa fuera observando toda aquella vaguedad de un
territorio inoficioso para el ser humano. Ya Uinipa estaba viendo donde podía
poner algunas rancherías. Lo más probable era, donde hubiera fuentes de aguas,
por eso a lo largo de aquel afluente que con tiempo llevaria su nombre. -“¡Son
aguas buenas ¡---habia dicho Uinipa a sus acompañantes , y sus acompañamtes
habian afirmado tal comentario sobre aquellas aguas dulce y bonitas que se
empecinaban sobre aquel raudal, sobre aquel riacho, que de algunas manera no
era tan largo como es actualmente. Alli Uinipa torrenteaba su idea para anclar
sus acción. Habia detallado muy bien
aquel raudal de aguas que le iba a servir para bañarse, limpiarse y tomar agua.
El agua se tomaba cruda tal como caía en los pisos de aquellas sabanas. Con sus
bongos y camazas buscaban las aguas a las orillas de todos riachuelos o ríos
que estuvieran cerca de sus casas, y de eso se trataba que las rancherías
estuvieran muy cerca de estas torrenteras de aguas para calamar su sed y agitar
la vida, porque una vida sin agua no es vida. Alli arponeó más de una vez su
mirada, y le pareció muy bien su idea, y cada uno de aquellos guerreros
hombres. No era una negra idea que le pasaba a Uinipa por su mente. Ya su
experiencia le iba diciendo por donde iba la vida. Y la vida va dando sorpresa,
era una cuestión muy sabida para este cacique que se estaba estrenando en aquel
laberinto museo de la existencia. En su recorrido se topo con centenares de
riachuelos, habia llegado a las confluencias de las tierras de Pariagua. Había
hecho un recorrido triangular desde que salió de su casa. Habia encontrado a su
pasos miles de animales terrestres, batracios, ranas, ratones. Culebras,
chiripas, mosquitas, plagas, tábanos, iguanas, ciempiés, grillos, corales, cascabeles,
en los riachuelos muchas babas, pequeños caimanes, sapos en inmensas
cantidades. Las lombrices a flor de tierras. Aquel escenario era un marasmo de
seres vivos, vírgenes para la observación del hombre. Era una naturaleza que no
habia sido atormentado por los pies y las manos de los hombres. Los daños los
provocaba la misma naturaleza cuando habia torrentes de lluvias, o tal vez cuando
un chispa de candela se desprendía de algún árbol, o tal vez los rayos
atmosféricos que caín en un pajonal recién quemados por el sol. Toda esta
aventura de la naturaleza no era la aventura del hombre. A veces las aventuras
de la naturaleza podían ser más fuertes que las mismas aventuras del hombre. El
hombre con su inteligencia si puede devorar los espacios geográficos, pero la
gente de Uinipa todavia no habia llegado
a la madurez de la destrucción, de alguna manera, sus manos eran tan
angelicales para tan vandálicos actos, y sobre todo en aquella zona donde se comenzaba a tribular una legión de hombre dispuestos
a pisar los talones de aquello animales
y especies vegetales que alli se desarrollaban. No era un juego, era la
soberbia hazaña de un aborigen que quería averiguar que cosas se debatían en
aquel escenario. Era todo un rie4sgo sin pestañar y tener una experiencia de
conquista y asi alimentar aquel ego, que habia permanecido inquieto en muchos años por parte de Uinipa. Sus
hombre hacían lo que les dijera, y en esto no había la menor duda. Con aquel
encandilado animo y seguro de las batallas de cada día, Uinipa iba avanzando
poco a poco en aquel locuaz territorio que se iba haciendo un laberinto.
Laberinto, porque la cantidades de animales estaban dándose cuenta que ya no
estaban solos con la presencia del hombre. Tal vez, la presencia del hombre
habia roto la tranquilidad relativa que ellos vivian.El caribes habia irrumpido
en sus escenarios, en aquellos matorrales, pero tambien en aquella planicie que
solo se orbitaba con la presencia de la mirada. No se diga de las plantas,
arboles, hierbas y demás especie frutales que se enternecían solos en aquel
hábitat donde los animales le quitaban la quietud. Asi se fue mascullando con
aquellos seres, que no tenian nombres, de aquellas paltas que no tenian nombre,
pero que los aborígenes en su leguaje corto y apretado le iban poniendo nombre
a todos a aquellos sabanales, le iban poniendo nombre a los animales y le iban
poniendo nombre a cuanta planta fuera cayendo ante sus miradas silenciosas.
Port eso aquellas entradas y salidas que iba haciendo Uinipa le daba un legado
para ir conquistando toda aquella planicie, que no habia mesurado sus
caminatas. En 20 años Uinipa tenía toda aquella sombría tierras en sus manos.
Ya estaba surcada de rancherías, de voces de dialectos, de palos cruzados, de
palaos parados, la palmas habian sido utilizadas, los jabillos, las ceibas,
utilizadas en canoas, curiaras, el mapire para hacer bolsos, se abrieron
caminos en aquellos sabanales, el olor a aborigen estaba penetrando cada
kilometro de tierra. Se hacían rancherías de 20 personas por cada ranchería. Se
habia roto el silencio del antropos, y el antropos estaba alli como si hubiesen
descubierto al planetas Martes. Los animales habian comenzado a curiosear
aquella presencia. Eran seres no identificables con ellos. Poseían un lenguaje
diferente a ellos. Muchos de ellos se habian ocultado de su presencia. Su
presencia no era agradable, muchos espacios que habian sido madriguera de
animales, habian dejado la peluca. Ya no era igual, ni para los zoos, ni para
las plantas. La tarde iba cayendo y Uinipa ya que casi estaba terminando una
faena por la cual estaba librando una batalla. En aquel escenario estaba:
Mapoyo, Aragua, Guillén, Tonoporo, Guasoco, Araure, Golon, Anato, Anaco,
Taparaima, Gauritoto, Guasimo, Guato, Acayo, Morocoto, Guaco, Tamoyo, guico,
Cachipo, Sonoro. Todos estos personajes con el tiempo fueron abriendo espacios
en aquella soleada y silenciada tierra de los seres humanos. Pero alli estaban
vigilantes y aguerridos para ir abriendo caminos, espacios y sembrando el hueso
humano en vetusta tierra de los miles de espacios. El indómito valor iba
naciendo y aquellos hombres junto a uinipa iban echando raíces en tan pavoneado
espacio.
Un
Valor, una Brega.
Uinipa
iba envejeciendo, pero Uinipa no perdía la lucidez de su mente. Se prestaba,
como el consejero de cuanta ranchería estuviera sobre aquel lozano escenario,
donde los Cariñas y caribes que son los mismo, bataneaban aquella zona. Iban
aprendiendo a desenvolverse sobre aquellos malcriados montes donde el sol
reinaba con sus inhóspitos rayos. No se diga de la noche taciturna
abriendo los labios d de los grillos y
agitando el laberinto de las chicharras
y las movilizaciones de las luciérnagas y de los aguaitacaminos, de los tábanos,
de las serpientes. Aquello era el palpitar de las noches embriagada por el
calor de un astro que habia dejado
sellado por las chispas un centelleo iracundo, en aquel placido sabanal. Mientras
la sabana estaba en una quietud relativamente sórdida, asi la gente de las
rancherías comenzaba a reposar y a sentir el cansancio de la brega diaria.
Achipolados por la sabana, no dejaban que otra cosa pensar. Alli rendidos por un sueño aletargado, quedaba el
vacio del subconsciente. Alli en aquellos rancheríos se vegetaba no con suma
tranquilidad cuando el felino jaguar podía estropear la certeza de un sueño
profundo. Los placidos sueños no se daban para los mayores, se podía dar en
aquellos vegetativos niños que todavia no sabían que era la atrocidad de una
fiera como el tigre, el león, la danta y un sinnúmeros de animales que se
vacilaban las sendas de aquellas vegetaciones como los dueños seguros de una área
que estaba libre de seres humanos. Todavia no habia la costumbre de unos seres
con pensamientos, conductas y decisiones mayores que los animales vulgares de
aquellos sabanales, sin embargo, se iba aprendiendo que aquella zona no era
solamente de ellos, si no que aquella zona habia tenido una invasión, y que los
invasores eran unos bípedos con una inteligencia no tan diestra, pero que si
podían demoler cualquier cantidad de animales que se le fueran atravesando en
el camino. Aquellas mujeres podían dormir en chinchorros, pero tambien podían
dormir en el piso de aquellos ranchos fabricados de palmas, moriches, tierra
greda, estacas de palos grandes o troncos.
Las Chozas de paja eran las más utilizadas por
la cultura de los Caribes y de
los Cariñas. Una choza de paja y de quichando podía hacer un escondite de diversión para los
niños o un componente realista de conjunto para la defensa de cualquier
integrante de aquella comarca, como fue la construcción que se hizo en varios
parajes de esta pampa guanipense. En un día de trabajo, los cariñas y los
caribes podían construir sus propias
chozas de paja con los materiales encontrados en la propia naturaleza anclada en
una flora muy rica con todo tipo de arboles y matas. Debido a su fuerza y flexibilidad, las ramas de sauce, el abedul y el sasafrás eran
lo mejor para este tipo trabajo en la
fundación de cabañas.
Dos palos cortos
Cordeles o hierba alta, seca
25 a 30 el sauce, el abedul o el sasafrás árboles
jóvenes, de 12 a 15 pies de largo.
Paletas de palos
Estaca de madera
8 hierbas o esteras de enea
Aquellos Caribes y Cariñas elegían un lugar
apropiado para sus cabañas. La cabaña duraría más tiempo en una zona tranquila,
clara y en tierra firme. Los Suelos
blando no podían soportar adecuadamente los plantones utilizados en el marco de
las chozas. Habia que Conducir un palo cortó
en el punto central deseado de la cabaña. Se ataba un pedazo largo de 7 pies de la cuerda al
palo, y atar otro palo al otro extremo de la cadena. Se usaba la cadena como un compás para dibujar un
círculo con un radio de 7 metros de altura. Se Cortaban árboles sanos para un
período igual, y la tira de corteza, las ramas laterales y se aplicaban con una herramienta cortante que tenian estos
caribes y cariñas. Se podía dejar la
corteza, pero la cabaña iba a durar más si se tiraba de la corteza. Se Clavaba una estaca de madera en 16 puntos
equidistantes en el círculo para hacer los agujeros de arranque para las ramas.
Etiqueta de estos agujeros en orden consecutivo de 1 a 16. Unidad de árboles de
2 metros de profundidad en los hoyos 1, 2, 4, 5, 9, 10, 12 y 13. Doble árboles
1 y 10 a través de al otro lado del círculo, de manera que las puntas de los
árboles jóvenes se encontraran y se y se superpusieran en 6 pulgadas. Se ataban las puntas superpuestas entre sí mediante
cuerdas o hierba. Era un proceso que proceso que se repetía para todos los pares de opuestos de árboles
jóvenes. Se ataba la guita o la hierba
alrededor de los puntos de intersección de los árboles jóvenes para
reforzarlos. Unidad de árboles jóvenes en todos los hoyos restantes. Se Doblaba y ataba los árboles en los árboles
originales usando las mismas técnicas utilizadas para obtener la capa original.
Se envolvían el resto de los árboles jóvenes de todo el esqueleto de las
chozas en los cinturones, a partir de unos 2 metros de la base y la adición de
un cinturón adicional cada 2 pies hasta la parte superior de la cabaña.
Aseguraban los árboles jóvenes en su lugar en las intersecciones con una
cuerda. Dejaban una parte de la cabaña
sin cinturón de seguridad para permitir el acceso al interior.
Colocaban Capas de esteras de hierba en el marco de las cabañas,
dejando el área de acceso al descubierto. Aseguraban los tapetes en su lugar con un cordel .Cubrían
las alfombras de césped de hierba suelta. Tenian cuatro agujeros equidistantes alrededor del
perímetro de la cabaña, con la estaca de madera. Insertaban cuatro retoños de dos metros de profundidad en estos agujeros. Doblaban
los árboles jóvenes en los petates para mantenerlos en su lugar. Los arbolitos junto con una cuerda.
Atenuados por el trabajo y sobre todo, por la
fabricas de chozas o bohíos que era lo que le podía quitar
el tiempo a aquellos hombres y mujeres del Cacique Uinipa, ellos seguían alli frenéticos
ante aquella naturaleza que les ofrecías elementos, pero que tambien los ponía
a aventurar sus formas de vivir. La capacidad y la disponibilidad no se le
habia truncado, en esto, ellos estaban mas activo que aquellos
ancestros de la Amazonia. El refulgente estilo de vida se habia marcado
en centenares de años, la vida, las costumbres, la mente, los pensamientos, la
técnica iba avanzado milimétricamente. No eran cambios violentos los que se
podían generar en sus costumbres, cuando habia una naturaleza que le
proporcionaba el ámbito de la gastronomía. Cual podía ser el esfuerzo ante una
naturaleza que era fértil y rica en toda especie de animal y especie vegetal,
cuál era el hambre, cual la dificultad. Los Ríos llenos de cuanto animal habia
engendrado la misma circunstancia del planeta. Por eso aquí en esta Mesa del
Norte a Sur y Este a Oeste estaba pertrechada de lo necesario, y cuando
aquellas rancherías habian comenzado a extenderse a lo largo de este territorio
aquellos aborígenes vivían una dulce vita. Por supuesto que tenian funestos
momentos, y en ello no hay la menor duda. Sin embargo, iban hilando una
vivencia que se iba haciendo elocuente en aquel territorio. Iban tomando
fortaleza y ya comenzaba a tener un estándar de vida, una idiosincrasia. La
costumbre se iba cocinando y aquellos extraños hacían de aquella tierra un
pertenencia, un sentido de pertenencia para cohabitar en centenares de años cuando
el conquistador europeo llego a aquellas planicie terrestre y para vapulearle
su paz y su idílica vida, existencia que se habia apoltronado en ellos. El
suelo del silencio humano ya estaba cubierto de andariegos hombres y mujeres
que ya formaban parte de aquel escenario
trillado por la espesura del sol y las sorteadas aguas de determinados meses
como el conjuro de un exorcismo que nunca terminaría. Alli va el tiempo, alli
va la vida, alli va aquella inteligencia, alli va una cultura, alli va una
idiosincrasia que va sembrando porvenir, pero esto sembrado con la brega y el
porvenir de una raza que se hace estatua de años y que nunca se acabara.
Cuando
el Águila Alza el Vuelo, los aguiluchos permanecen en tierra.
Aquellos
sabanales han rumeado el olor de aquellos aborígenes que van entregando calor y
vida a aquellos escenarios virulentos de aguas dulces y tremolas de aires cotidianos
flameando sobre aquellos avispados arboles que formaban grandes matas,
siberianos cachorros y arboles
extendidos en aquellos sabanales. La pulcra maleza sostenida por la suerte de
la naturaleza lucia como un espejismo cuando el sol irradiaba aquellos
cantorales terrenos que balbuceaban la incógnita del tiempo y la lejanía de un
silencio abrumado por la especie humana. Alli iba manando una destreza que
antes no se habia visto, porque alli donde el hombre pone el pensamiento, los
pies y las manos la naturaleza puede ir sufriendo una transformación. El
elegante paisaje podía sufrir cambios por las manos del hombre., Se habia
creado la maleza, los arboles, se habia creado el agua, se habia creado el
aire, habia sol, habia luna, habia astros sobre aquel melancólico escenarios
donde el rechinar de pájaros y animales tenian una laberinto de vida. El
cruzado bosques de matas, hierbas, gramíneas hacia un estero de belleza que la
vista se pavoneaba en darle un sentido bello y elegante a aquellos parajes que
desde siglos y miles de años estaba alli
suelto como las plumas en el aire.
Ahora el hombre hacia su aparición en aquel
vendaval de sueños intranquilos que galopan sobre las áridas tierras de una
zona que con el tiempo se convierte en un hábitat para el hombre. Alli comienza
a vegetar un pensamiento que habia traido Uinipa, y Unipa estaba por dar los
últimos pasos. La brega habia sido constante, pero la vida biológica tiene sus
etapa. Una etapa, un ciclo que todo ser humano va mermando en el pasar de los
dias. El aguijón del murete va penetrando los cuerpos, hasta que aquellos
cuerpos se diluyan con el pasar de los años. Uinipa habia cumplido su proposito
de vida. Su vida habia sido una entrega y, sus fuerzas motrices no estaban para
muchos. Otros tomarían la batuta, el relevo estaba cerca, ya la experiencias de
un caique en esta zona, era suficiente. Para seguir adelante con nuevos Kaseqa,
ya se habia abierto un camino, Uinipa lo habia abierto. La vida es un
movimiento, pero la vida va haciendo enlace con otros, con la generación venidera.
La sabana no quedara huérfana. Aunque huérfana estaba cuando no se habia
aparecido el hombre en aquel sabanal de las miles corrientes de aguas dulce. En
esto cierto día Uinipa habia convocado una asamblea de todas las rancherías
extendidas en aquella zona. Alli
estuvieron presentes, Chamariapa, Ocopi, Pariri, Cachipo, El Guatoco, La guaca,
La Gruya, Mare Mare, Orituco, Guacay, la Rubiera, El ampollo, Guasimo, Tortuga,
Gavilán, Zuaca, Guico, Ruaca y Guanaca. Cerca de 20 rancherías estaban
presentes en aquel episodio donde Uinipa tomaría una decisión, la decisión no
era fácil. La decisión era dejar el caseqasgo. No era aventurar un poder, era
entender que sus fuerza no estaban para cuidar y ser protector de varias rancherías
donde cada día, los Cariñas y los Caribes iban creciendo demográficamente en
aquellos acantilados de aguas dulces, pero flameados por las aventuras insólita de una llanura
interminable. La lucidez se iba perdiendo en Uinipa. Habia sido muy inteligente
dejar las baterías del mando en un cacique que pasara por las mismas prueba por
las que El habia pasado. Ya habia un método, una forma para llegar hacer lo que
él hizo. No habia nada innovado. Ya habia habido una primera vez, la cultura
enseña que puede haber una segunda, una tercera y varias veces. Como los
caciques no se nombraban todos los dias, se convertían en caiques legendarios y
de tiempos continuos. Ante aquella reunión Unipa expreso: ---“Ustedes saben que
ya estoy viejo, que mi cuerpo no aguanta recorrer muchas leguas de terrenos,
que mis fuerzas están debilitada como para combatir con el enemigo, quiero que
ustedes se reúnan y hagan selección de algunos de ustedes de cada ranchería
escoger el mas valiente y someterlos a las pruebas que esto requiere para ser
Kasesqa”---. De alguna manera Uinipa estaba hablando claro ante aquellas
rancherías que tendrían unas cinco personas en todo su conglomerado. El
crecimiento cada día se iba haciendo lento pero sostenido, y no habia
equilibrio demográfico, sino que cada día iba formalizándose una masa con
muchos individuos. Uinipa habia hecho un buen gobierno, y las rancherías le
estaban muy agradecido con aquel proposito que lo habia envuelto en un
protector a carta cabal. Entre lloros y tristezas Uinipa bajo la cabeza y un
gran sentimiento lo envolvió cuando aquellas rancherías le habia agradecido sui
labor. Uinipa batallo con ellos casi toda una vida, Uinipa los dejaba con una
población organizada; aunque se sabe que los Caribes eran muy nómadas. Pero
Uinipa fue un factor muy importante paras que Uinipenses se sintieran
aterrizados en aquel escenario que el tiempo le daría, las: Gracias.” Gracias,
Muchas Gracias”---. Gritaron aquellos inconsolados Kariñas y Caribes que habian
convivido con aquel gran cacique que los quiso mucho, pero que era el momento
de partir para encontrarse con el dios sol, luna, lagunas, sapos, ranas, dantas
y panteras que le aguardaban su alma, para gozar eternamente aquellas glorias
que había levantado en estas tierras con rumbos y senderos, con maestría y
delicadeza, con esperanza y futuro, con alago y buenos gestos. Alli sentado
musitaba entre palabras algunas hazañas, alli en aquel tronco y con una enagua,
con la flecha y la macana le hacia entrega a los familiares, para que los
familiares en su oportunidad convocaran a quien podía ser el próximo cacique de
aquella región que en su momento oportuno fuera el salvador de aquellas
rancherías.
Alzando
el vuelo, que la eternidad lo Espera.
Un día menos pensado Uinipa quien tenía 80 años,
amaneció muy decaído. El olfato ya no le funcionaba, El Piache Cuarima lo habia
visitado. Le habia encomendado el alma al dios sol, luna, a la sabana de
Uinipa. Cuarima entre dialecto celestiales y consumados acertijo iba invocando
tambien a aquellas sabanas que tenian bastantes espíritus donde Uinpa habia
luchado. El crisol de la vida le habia hecho un ejemplar hombre de las sabanas.
Ante aquellos acertijos Uinipa dio un gran suspiro porque los espíritus lo
estaban trasladando a un aura de gloria. Sus familiares y muchos allegados
estaban alli presente ante aquel momento difícil. Alli despues de muerto lo
velaron por dos dias, e hicieron comelonas
con lo que mas le gustaba as Uinipa. Uinipa no habia muerto para ellos,
Uinipa seguía vivo en medio de ellos. Su espíritu los estaría protegiendo
se Habia se lo habia dicho el Piache
Cuarima. ----“Les digo—en voz quejumbrosa,-- Uinipa no ha muerto. Uinipa estas
Vivo, y su espíritu vivirá en medio de ustedes”. Una vez que velaron a Uinipa,
como era un ritual quemar los muertos, el hijo mayor de Uinipa, llamado Guaripa
tomo una cantidad de palos, e hicieron una fogata, y en aquella gran fogata
quemaron el cuerpo de Uinipa. Una vez que quemaron el cuerpo, recogieron todas
las cenizas y muchas de esas cenizas fueron regadas el Rio que hoy tiene su nombre, pero fueron regadas
en aquellas sabanas donde el Espíritu de Guanipa recorre aquellos pajonales en
protección de aquellos que viven en aquellos sabanales. ---“Viva Unipa, Viva su
espíritu-----“gritaron aquellos iracundo Caribes y Kariñas que por el tiempo
han permanecido,
El
mundo sobrenatural Warao ocupa todos los ámbitos de la vida y está
indisolublemente interconectado con el medio natural. Es un mundo circular,
Hobahi, rodeado de agua por todas partes y poblado de entidades o seres
inmateriales, denominados Hebu, provistos de sexo, razón y voluntad, que pueden
ser positivos, negativos o neutros, dependiendo de su actitud hacia los seres
humanos. Estos espíritus están presentes en todos los objetos y aspectos de la
vida y muchos controlan parcelas específicas del mundo material; así, hay hebus
que habitan y controlan las aguas, los Nabarao, las tormentas, o Hebu Kaunasa;
los árboles, o Dauarani. El principal y más poderoso de todos es el Hebu a
Kanobo (nuestro abuelo), que reside en la piedra sagrada que custodian los
Wisiratu o chamanes más importantes. Los instrumentos sagrados, como la maraca
grande Mari mataro o Hebu mataro, deben su poder a los hebu benignos que se
alojan en los pequeños fragmentos de cuarzo que la hacen sonar, los Karekos y
que son capaces de ahuyentar a otros hebu malignos menos poderosos que suelen
causar enfermedades. La sangre menstrual, en particular, está cargada de hebu
maligno. Los hebu suelen mantenerse contentos mediante el humo del tabaco
ritual o Wina, que se hace envolviendo el tabaco con la corteza fina de la
palma Manaca y todos estos instrumentos se guardan juntos en la cesta o Torotoro
donde el Wisiratu guarda el Kanobo.La clave del universo Warao es el
equilibrio, la estabilidad, la paz y la armonía; todo trastorno en este
equilibrio sea cualquiera que sea la causa aparente, es en el fondo, obra de la
influencia de los hebu; de ahí la necesidad de vencerlos, aplacarlos o
mantenerlos satisfechos mediante rituales en los que los chamanes actúan de
intermediarios . De hecho, los Warao consideran que de no ser por la presencia
de los hebu, la hoa y la bahana (maleficios chamánicos), que originan los males
y enfermedades, el ser humano sería inmortal. Esta estrecha relación se percibe
claramente en la organización social Warao, donde la capacidad de controlar
estas fuerzas sobrenaturales está en razón directa con la capacidad de liderazgo
de los jefes de rancherías. Esto trae como consecuencia que el responsable de
una comunidad, para cumplir cabalmente con sus obligaciones, es decir, para
mantenerla abastecida de recursos, en buen estado de salud y en paz, debe estar
suficientemente capacitado no sólo en los aspectos económicos y técnicos, sino
en los sobrenaturales, armonizando ambas dimensiones, la material y la
espiritual.
El río más
importante es el río Guanipa, el cual una vez recibidas las aguas del río
Amana, forma una extensa planicie cenagosa. El río desemboca en las islas
estuario (Boca de Guanipa), situadas al nivel Pedernales. Su tramo inferior es
navegable, ya que aumenta sus aguas por el aporte de la marea, cambiando sus
características de río por la de caño. Tanto la porción terminal del río
Guanipa como el caño Buja son similares en cuanto a su hidrografía y procesos
sedimentológicos, debido al fenómeno de represamiento de sus aguas a raíz de la
acción diaria de las mareas.
Especies
representativas.
Entre las especies
de aves más abundantes en la zona podemos señalar: el martín pescador
(Choroceryle amazona), perico (Pionites melanocephala), loro (Amazona amazónica),
guacamaya (Ara manilata), turpial (Icterus icterus), arrendajo (Cacicus cela),
guacharaca (Ortalis ruficauda), tucusito (Calliphlox amethystina), hormiguero
(Sclateria naevia), carpintero (Melanerpes rubricapillus), lechuza (Tyto alba),
azulejo (Thraupis episcopus), etc. Se puede localizar dentro de la categoría de
los mamíferos a: la danta (Tapirus terrestre), la lapa (Agouti paca), picure
(Dasyprocta agouti), mono (Cebus negrrivittatus), murciélago (Desmodus
rotundus), rabipelao (Didelphis marsupialis), comadreja (Eira barbara),
cachicamo (Dasypus novemcinctus), chiguire (Hydrochaeris hydrochaeris), zorro
cangrejero (Porcion cancryvorus), araguato (Alovatta seniculus), venado
(Odocoileus virginianus), mapurite (Conepatus semistriatus), nutria (Lutra longicaudis)
Mientras que en la categoría de reptiles se pueden destacar en la zona los
siguientes: la iguana (Iguana iguana), lagarto, tuqueque, tragavenado (Boa
constrictor), mapanare (Bothrops atrox), baba (Caimán crocodilus), morrocoy
(Geochelone denticuladaPodocnemis unifilis) y culebra de agua (Eunectes
maurinus).
Tambien algunas
especies de plantas como: moriche (Mauritia flexuosa), aceite (Copaifera
officinalis), ceiba (Ceiba pentandra), araguaney (Tabebuia chrysantha), apamate
(Tabebuia rosea), cedro (Cedrela odorata), mangle rojo (Rhizophora mangle),
chaparro manteco (Byrsonima crassifolia).
Uinipa: Un rio
Uinipa: Un Cacique
Uinipa: Un Rio del
estado Anzoátegui y Estado Monagas
Uinipa: Una mesa
que se deprende desde Chamariapa, toca la parte Oeste de Monagas, se desplaza
hacia los poblados de Santa Ana de Orocopiche, Pariaguan, Cachipo, Santo Me, El
Tigre, El Tigrito, Atapirire.
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